El kirchnerismo y el Pro pelean hoy la elección de líderes de la 21-24, en Barracas, donde los votos se buscan cara a cara.
Por: Gabriel Sued
Con las manos bien arriba, miles de chicas se arremolinan frente al pequeño escenario, donde un cantante de reggaeton con pantalón de cuero ajustado las invita a imitar sus movimientos pélvicos. A un costado, un grupo de hombres rudos desarma un ring de box, donde acaban de enfrentarse púgiles locales. Más atrás hay un castillo inflable con forma de conejo, para los más chicos. Sobre la cancha de fútbol, rodeada de un alambrado vencido que la separa de casas desnudas de pintura y revoque, sobrevuela el aroma de los choripanes que se reparten en la entrada.
Es el anochecer de un día agitado en la villa 21-24 , en Barracas. Todo el barrio de emergencia, el segundo más grande la Capital, está revolucionado desde temprano. No sólo por la anunciada actuación de Los Wachiturros, que a último momento cancelaron su visita. Es el final de la campaña electoral para los comicios de hoy: por segunda vez en la historia, los vecinos elegirán las autoridades políticas del barrio, en una contienda dominada por el enfrentamiento entre el kirchnerismo y Pro.
“Este domingo tenemos la posibilidad de transformar la villa en barrio. Voy a poner el corazón para defender como corresponde a todos los villeros”, dice, desde arriba del escenario, el dirigente kirchnerista Cristian Heredia, organizador de la velada, que también incluyó números musicales de artistas paraguayos, nacionalidad de la mayoría de las 60.000 personas que habitan las 63 manzanas de la 21-24, lindera con el Riachuelo.
Los comicios son resultado de un proceso que se desarrolla hace cinco años en todas las villas de la Capital. Es por aplicación de la ley 148, sancionada en 1998, que determinó la creación de una Comisión Coordinadora Participativa (CCP), encargada de la urbanización de los barrios de emergencia. Ese cuerpo debe tener entre sus integrantes a representantes de los vecinos, elegidos democráticamente. Tras la presentación de una acción de amparo colectiva por el ex legislador porteño Facundo Di Filippo (Colectivo por la Igualdad), la Justicia decidió intervenir activamente para que hubiera elecciones.
“Cada barrio quedó facultado para determinar su sistema electoral y de gobierno. En las villas 31 y 1-11-14 prefirieron un cuerpo de delegados; en la 21-24 optaron por un sistema presidencialista, pero se acordó que el que encabece el ejecutivo tenga el cargo de coordinador general, no de presidente”, explica a LA NACION Luciana Bercovich, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), una de las ONG que oficiará como veedora de los comicios de hoy.
El gobierno local consiste en una Junta Vecinal, conformada por una comisión directiva, de 9 miembros, y por diez secretarías, todos cargos ad honórem. Los comicios, en los que rige la ley de lemas, son obligatorios, incluso para los extranjeros, pero no están previstas sanciones para los que no vayan a votar. “De hecho, el mayor problema de las elecciones de hace cuatro años, [en las que se impuso el macrismo], fue que sólo votó el 18 por ciento”, explica Bercovich.
Empleado de maestranza de un colegio de la zona, Heredia, de 33 años, nació en la villa y se hizo conocido como “Cristian Rey”, el nombre artístico que usaba como cantante de cumbia. Es candidato a coordinador general por la lista Multicolor, una de las 13 que se presentan hoy. Cercana al portal mundovilla.com, que dirige el cineasta Víctor Ramos (ligado al secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia), la Multicolor integra el lema kirchnerista Unidos y Organizados. Lo comparte con la lista Azul y Blanca, de La Cámpora, que en su cierre de campaña contó con la actuación de Nene Malo, la banda de cumbia del momento, y con la presencia del legislador Juan Cabandié y del secretario general de la organización, el “Cuervo” Andrés Larroque.
Un segundo lema, Yo Estoy por la 21-24, está integrado por cinco listas macristas: la Azulgrana (que se impuso en 2008), la Verde, la Celeste y Blanca, la Amarilla y la Violeta (vinculada a Camioneros); un tercero, Unión de Vecinos en Lucha, lo forman cuatro sublemas: la lista Roja (del Frente Darío Santillán), la Blanca y Negra (CTA), la Naranja (Barrios de Pie y el Partido Obrero) y la Marrón (de la comunidad boliviana), y un cuarto, Unidad Social, con dos agrupaciones: la lista Azul, encabezada por Lucía Peñarrieta, directora de un comedor y una guardería, y la Dorada, de buen vínculo con Aníbal Ibarra y encabezada por Luis Otazo, un ex empleado de Flor de Ceibo, la mutual a la que el Estado nacional le cedió los terrenos para el desarrollo de la villa, en 1992.
“La ausencia del gobierno de Macri es total en el barrio. Si los vecinos eligen el proyecto nacional y popular podemos tener otras posibilidades”, sostiene Heredia, sentado en un tronco, al costado de la cancha de fútbol, que, según cuenta, defendieron a los tiros para evitar que la intrusaran.
Su nombre está estampado en el paredón ubicado detrás de uno de los arcos. El clima proselitista se puede sentir en cada rincón de la villa. Hay cientos de pasacalles y carteles. En las principales esquinas se instalaron mesas donde se reparten volantes y folletos. Autos equipados con altoparlantes recorren una y otra vez las pocas calles asfaltadas para difundir, con cortinas de cumbia, las proclamas proselitistas, en castellano y en guaraní. La campaña se hace cara a cara, casa por casa.
Hace un mes, incluso hubo un debate entre los candidatos, que organizó la Iglesia. Todos coincidieron en que los principales problemas son la falta de agua potable, de cloacas y de electricidad, en algunos sectores de la villa. También se quejaron de que las ambulancias no entran de noche y de la escasez de transporte.
“Hace cuatro años que venimos trabajando para los vecinos. Nos ganamos el derecho para que la gente nos vote”, sostiene el candidato a coordinador general por la lista Azulgrana (macrismo), Filomeno Girón, un remisero jujeño de 50 años, que vive en la villa desde hace 19. “Con las cooperativas le dimos trabajo a la gente del barrio”, argumenta, en la puerta de su casa, una vivienda de dos plantas, con quincho y terraza.
Las cooperativas, de electricidad y de limpieza, son la principal herramienta del trabajo político del macrismo en la villa. Bajo la órbita de la Unidad de Gestión e Intervención Social (UGIS) del gobierno porteño, dan trabajo a cientos de vecinos, con sueldos de entre 1750 y 2600 pesos. La mayoría de los candidatos de la lista de Girón dirige o trabaja en una de ellas, como René Gómez. Elegido coordinador general de la villa en 2008, fue destituido al año siguiente, por diferencias internas en el lema ganador. “Me sacaron por inexperto, pero si volvemos a ganar, no nos saca nadie”, advierte. En las sinuosas calles de tierra, plagadas de escombros y basura, el olor a cloaca convive con el aroma a chipá recién horneado.
Otazo, jubilado portuario, está tan enojado con el Pro como con el kirchnerismo. Su ladero, Leo Pineda, un gasista paraguayo de 42 años, sostiene que La Cámpora generó mucha división. “Todos los fines de semana vienen 60 chicos a pegar afiches y a repartir lamparitas y DNI. Estamos peleando contra dos aparatos gigantes”, se queja. Con apoyo de los comerciantes, su campaña está orientada a captar el voto de la colectividad paraguaya. Otazo, destaca, es el único cabeza de lista que vive en un pasillo, como se le dicen a las viboreantes callejuelas internas de la villa.
En la puerta del local del Frente Darío Santillán, donde funciona un bachillerato, una radio y distintos talleres culturales, Flavia Romero, candidata por la lista Roja, también se queja de la “gente de la política”. Pero se muestra entusiasmada de las cosas que se pueden hacer en el barrio. Con 34 años, hoy tendrá su primera experiencia como candidata, en una villa que vibra con la política.