En enero de este año, José Antonio Ocampo, ex ministro de Hacienda de Colombia, realizó en el Foro Económico Mundial de Davos un llamado a todos los gobiernos de la región para discutir una agenda fiscal común. La cumbre por una tributación global incluyente, sostenible y equitativa, a discutirse los días 27 y 28 de julio en Cartagena, Colombia. En este marco, académicos y referentes de la sociedad civil se reunirán esta semana en Bogotá para discutir tanto las prioridades como los caminos por donde los gobiernos deben avanzar.

La agenda de la tributación global está en discusión en muchas regiones del mundo, aunque en América latina todavía no con suficiente vehemencia. En el caso argentino, si bien debería ser un debate urgente, tampoco está instalado en la agenda pública. El abuso fiscal en América latina, principalmente el vinculado con la evasión, se estima en el 6,1% del PBI regional. Argentina figura (junto con Brasil, México y Chile) entre los países que más recursos pierden por este tipo de abusos fiscales y algunos datos indican que los activos externos del sector privado argentino representaban en 2021 cerca del 74% del PBI.

Los recursos que los Estados dejan de percibir (al menos en los montos y tiempos que deben realizarse) por mecanismos evasivos representan importantes pérdidas que podrían destinarse a fortalecer la inversión en políticas sociales que garanticen la igualdad en el acceso a derechos básicos como la salud, la educación, la vivienda y la protección social, entre otros. Este tipo de prácticas son inadmisibles en un país en el que casi el 40% de la población vive en condiciones de pobreza. Y la situación es aún peor en el caso de las niñas y de los niños menores de 14 años, para quienes la pobreza alcanza al 54,2%.

Qué es el abuso fiscal 

El abuso fiscal comprende prácticas como la utilización de guaridas fiscales, la explotación de convenios o vacíos legales en materia tributaria, así como también maniobras de elusión fiscal de personas y empresas, tales como la constitución de empresas “fantasmas” o “cáscaras” para manipular precios de transferencias o evitar el pago de impuestos. En particular, estas dinámicas se observan en Argentina en las estrategias de algunas empresas para evadir el pago de impuestos en el país a través de la triangulación de actividades comerciales y financieras con empresas cáscara radicadas en naciones como Países Bajos, Luxemburgo, España y Uruguay, entre otras.

Existen algunas iniciativas, como el impuesto mínimo global propuesto por la OCDE, que buscan moderar este tipo de fraudes. Sin embargo, resultan sumamente insuficientes para los países del sur global, específicamente los de América latina. En concreto, la OCDE sugiere un piso de tributación a las riquezas de 15%, mientras que en muchos países de la región, como Argentina, es superior (25% promedio a nivel global). De esta forma, se considera que esa propuesta de algunos de los países que integran el G20 puede funcionar como un techo para la tributación global en vez de un piso. Además, si bien no es una buena propuesta, su implementación se encuentra totalmente estancada.

Crisis y oportunidad

Nos encontramos, entonces, ante un momento político oportuno para dar esta discusión. Enfrentamos una crisis catastróficas sin precedentes: inflación, pandemia, guerras, problemas ambientales y desigualdad. Debemos impulsar con urgencia políticas redistributivas para garantizar la seguridad y la protección social de todas las personas. Según un informe de Oxfam, los multimillonarios acapararon la mitad de la nueva riqueza generada durante la última década. La concentración de la riqueza, además, reproduce desigualdades de género debido a que las mujeres están subrepresentadas entre los sectores de altos ingresos y riqueza. La distribución regresiva del ingreso alcanza niveles tan absurdos que un grupo de multimillonarios presentó una nota al Foro Económico Mundial solicitando que se les cobren más impuestos.

La discusión es urgente. Los impuestos son una de las principales fuentes para financiar la política pública, pero sobre todo son una herramienta redistributiva. Sin embargo, en la región no se aprovecha el potencial que los impuestos tienen para alcanzar la igualdad y la justicia social. Las prácticas abusivas de las corporaciones atraviesan las fronteras con un dinamismo que los países, de manera unilateral, no pueden abordar. Las formas en que el capital transnacional se mueve y organiza requieren laactualización de un sistema que ya es obsoleto. Es por esto que se necesita reforzar el multilateralismo fiscal para poder coordinar estrategias de tributación corporativa internacional. Y Argentina debe tener un rol activo en esa agenda.

* María Julia Eliosoff es Directora de Proyectos de la Fundación Friedrich Ebert en Argentina

*Julieta Izcurdia es Coordinadora del área de Justicia Fiscal de ACIJ, ambas son integrantes del Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad.