En el marco de las entrevistas realizadas a actores claves del mundo académico, FEDUBA entrevistó a Pablo Imen, docente e investigador de la UBA, coordinador del Depto. de Educación del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. (producción Alelí Jait).
¿Cuál es el efecto de las políticas educativas implementadas en los últimos años en la Ciudad de Buenos Aires?
Se define a la política educativa como las acciones del Estado en relación a la educación sistemática. En rigor, esta definición es un tanto estática y debe incorporar una perspectiva dinámica que vea a la política educativa como las acciones de un Estado cuyos poderes inciden en la definición de las políticas educativas y que las decisiones y medidas no se aplican en un campo vacío sino en un territorio de disputa. El conjunto de medidas de un gobierno pasan por el tamiz del Poder Legislativo, puede requerir la intervención del Poder Judicial o de los órganos defensores de Derechos, y su impacto en el propio Sistema Educativo supone resistencias, respuestas ,mediaciones, traducciones de las medidas a las prácticas concretas.
Si nos referimos a la política educativa promovida por Mauricio Macri y por sus ministros Mariano Narodowski, Abel Posse y Esteban Bullrich vamos a encontrarnos con un proyecto político educativo consistente con un modelo de ser humano y de sociedad que articula a las tradiciones neoliberales y neoconservadoras de los años setenta y ochenta.
En una apretada síntesis, estos Ministros avanzaron en procesos de desmantelamiento de la escuela pública, en crecientes beneficios al sector privado y en medidas de un autoritarismo desconocido desde las épocas dictatoriales. Necesito fundamentar esta afirmación, para lo cual utilizaré algunos ejemplos que me parecen pertinentes.
El Ministro Narodowski asumió el 10 de diciembre de 2007 rodeado del halo de la experticia académica y con un discurso políticamente correcto. En una carta pública a los trabajadores de la educación fechada en febrero de 2008, envió un mensaje de sus prioridades de gobierno: atender a los sectores más vulnerables para lograr una política inclusiva y recuperar la centralidad del docente como figura de autoridad y protagonista de la política educativa.
Esas promesas fueron desechas en los primeros meses de gobierno. La prohibición de los docentes de manifestarse por medios de comunicación masivos, o de salir de los edificios escolares revelaron las primeras evidencias del autoritarismo ministerial. Las citas editoriales que Narodowski volcaba en la Revista Plural – órgano ministerial- con referencias a Paulo Freire eran desmentidas en medidas crecientemente represivas.
Los graves problemas edilicios generaron fuertes movilizaciones estudiantiles , y la respuesta ministerial fue la exigencia de listas negras y la denuncia judicial esos jóvenes que reclamaban por su derecho a la educación.
Otra medida contradictoria con sus promesas iniciales fue el recorte de 40.000 becas, que generó otra oleada de protestas que culminó en la intervención de la Legislatura con la sanción de una Ley de Becas que, como otras tantístimas, ha sido hasta ahora desconocida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
El año 2009 el presupuesto educativo vio reducirse en casi dos puntos, pero la transferencia de recursos del Estado al sector privado, ese mismo año, aumentó en 200 millones de pesos.
En lo pedagógico, Narodowski quitó las jornadas de reflexión docente, ámbito en el que los enseñantes deben debatir sobre sus prácticas. Es una instancia imprescindible para lograr una efectiva “calidad educativa” de la que tanto habla el gobierno macrista pero por la cual tan poco hace.
La posterior designación de una figura emblemática como Abel Posse nos libera de mayores fundamentaciones. En cuanto a Esteban Bullrich, su labor es conocida porque en 2006 presentó un proyecto de ley de educación al que tituló “Ley Federal de Educación”, en el que retomó y profundizaba las perspectivas neoliberal-conservadoras ensayadas con éxito en los años noventa.
En suma, la política educativa macrista ha revelado una particular eficacia en objetivos inconfesables: el vaciamiento del espacio público, la agudización de prácticas autoritarias y represivas, la prepotencia y el desconocimiento de otros organismos del Estado, muy concretamente la Legislatura y los pronunciamientos abundantes de la Defensoría del Pueblo frente a las violaciones de la gestión en la efectivización de derechos con rango constitucional.
Este deterioro de lo público redundó en un mayor nivel de desigualdad educativa, pues mientras los colegios privados fueron beneficiados con todo tipo de medidas, los públicos abrumados por los problemas de una gestión ineficiente, represiva, alcanzando ribetes incluso perversos. El intento de desmantelar el Centro Isauro Arancibia, para chicos de la calle, o el avance en Puerto Pibes para que niños de la escuela convivieran con los miembros de la “nueva policía” en un espacio compartido revelaron el ejercicio de una verdadera “banalidad del mal”, prototípico de Mauricio Macri quién en la campaña de 2005 manifestó su molestia porque los pobre le robaban su basura. Alguien que tiene esa posición ante la vida, difícilmente pueda administrar un proyecto colectivo de presente y de futuro.
Distintos informes de la Defensoría, u otros como el Observatorio de Derechos Humanos de la Ciudad o la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) revelaron los efectos de una política autoritaria, injusta, ineficiente que empeoró la situación preexistente.
No es que los gobiernos previos descollaran en la defensa de la educación pública – desde que la Ciudad es autónoma los sucesivos gobiernos no pudieron avanzar en un modelo educativo capaz de formar ciudadanos plenos, sujetos con autonomía de pensamiento que desarrollaran todos los aspectos de su personalidad- el pensar, el sentir, el decir y el hacer- pero el macrismo ha desmantelado los tibios avances previos. No hay una medida que haya ido, en este gobierno, en defensa de la educación pública.
¿Cuáles fueron las estrategias de resistencia desarrolladas por los trabajadores de la educación para contrariar esta situación?
Bueno, hubo múltiples y combinadas estrategias de resistencia. La movilización callejera, el acompañamiento de las luchas estudiantiles, el paro o nuevas formas de protesta – como el corte de calles en momentos de cambio de turno- constituyeron tradicionales modos de expresar la protesta.
Pero hubo otras acciones que deben ser resaltadas. Voy a señalar las que conozco, pero entiendo que esta lista debe ser bastante más extensa. UTE con su Congreso Pedagógico aportó un espacio significativo para generar encuentros abiertos – donde participaron fundamentalmente docentes pero también otros sectores de la comunidad educativa-. También se constituyeron el Foro por la Educación Pública- donde se suman la organización sindical docente, organismos de derechos humanos como la APDH, la LADH o Abuelas, movimientos sociales como el cooperativo – a través del Centro Cultural de la Cooperación- y miembros de la Universidad Pública, organizaciones de padres, etc.
También surgieron Observatorios que están siguiendo y denunciando las calamidades del macrismo en materia educativa. El trabajo con legisladores que, proviniendo de distintos partidos y tradiciones, apuntaló la resistencia y la propuesta merecen ser señalados. La labor de la Comisión de Desigualdad Educativa en 2008 y 2009 impulsó un espacio de encuentro en la Legislatura y generó un informe que denuncia implacablemente las faltas del macrismo.
La Defensoría del Pueblo también aportó en esta dirección informes y recomendaciones frente a las múltiples demandas de la comunidad educativa. Así se avanzó en mecanismos importantes de unidad de los sectores que defienden la idea de una Ciudad y una Educación Para Todos y Todas. Hubo además la acción de otros sindicatos y movimientos autoconvocados, espacios territoriales que también resistieron este embate neoderechista.
Aún así está pendiente tanto avanzar en la unidad de los múltiples resistentes y articular la resistencia a la construcción de propuestas. No alcanza con obturar algunas medidas, pues el macrismo avanzó fuertemente en el modelo autoritario y privatizador. Hay mucho por revisar pero es valioso lo caminado en este período.
¿Se respeta el derecho a la educación en la Ciudad de Buenos Aires?
Claramente no. Lo curioso de este modelo es que desanda parte de la senda recorrida por el proyecto neoliberal-conservador. En los años ochenta, los documentos del Banco Mundial propiciaban la expansión de las relaciones de mercado, convocaban audazmente a la privatización de todo lo existente. En los noventa, la aplicación de las políticas neoliberales amplió la brecha de la desigualdad y la exclusión. Entonces, los documentos bancomundialistas – y las políticas que se fundaban en esta propuesta- señalaban que una función del Estado, vía políticas focalizadas, era atender a las víctimas del modelo de mercado. Los años del siglo XXI habilitaron un nuevo discurso, que promueve la secundaria obligatoria para todos y que la educación superior sea el ámbito por excelencia de la mercantilización educativa.
El gobierno de Mauricio Macri parece desandar las dos etapas últimas y reinstalarse, con un discurso liviano y tecnocráctio, en la prehistoria del modelo neoliberal-conservador. Sin embargo, Macri fue votado en segunda vuelta por el 60% de los votos en la Ciudad, lo que nos interpela a los científicos sociales, y más aún a los militantes, sobre el sentido común de una ciudadanía que ha votado por un modelo que recién empieza a dejar ver sus efectos devastadores.
Tal vez este hecho permita comprender porqué en 2009 el oficialismo en Ciudad haya apenas superado el 31%: porque buena parte de la sociedad comenzó a percibir los efectos de estas políticas. La duda es si habrá inteligencia y voluntad colectiva para construir una alternativa que no defraude las esperanzas y las apuestas por avanzar hacia unas relaciones sociales más justas. El derecho a la educación , hasta aquí, ha sido consistente y coherentemente vulnerado.