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Cuando el entorno afecta la salud

El aire enviciado se cuela entre los huesos. Lejos de cualquier metáfora, respirar enferma. Inés Roldán tiene 43 años y, desde hace dos décadas, padece los riesgos de vivir en una zona contaminada de González Catán, en el partido de La Matanza.


En un radio de diez cuadras, en el barrio Santa María, convive con cuatro cementerios y un basural que, según su descripción, "tiene la altura de las sierras de Tandil".


Su historia, como la de tantos otros vecinos, causa impotencia. En menos de tres años, los médicos le diagnosticaron púrpura trombocitopénica y fibrosis pulmonar, y como si eso fuera poco tuvieron que extirparle el vaso. Hoy, por falta de recursos económicos no puede abandonar ese lugar que la dejó oxígeno dependiente de por vida. "Si me pudiera mudar me llevaría conmigo la enfermedad", dice con voz suave y una templanza que asombra.


Allí este tipo de enfermedades en grandes y chicos son comunes: lupus, cáncer de vejiga, sarna, problemas epidérmicos, asma y alergias. En esta tierra olvidada, Inés y su marido temen por sus cinco hijos: "Algunos niños han quedado con alguna deficiencia mental a causa de la contaminación", aseguran.


Según datos del Barómetro de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), en el país una de cada diez familias no cuenta con agua corriente, un 14% de los hogares debe comprar gas en garrafas, un 15% de las familias habita en viviendas inconvenientes, sin agua o electricidad, y un 17% habita cerca de un basural. Al mismo tiempo, un 20% no cuenta con alumbrado público, más de un 30% no tiene acceso a la red de cloacas e igual porcentaje reside en zonas inundables.


"A nivel urbano, los cordones marginales del Gran Buenos Aires, el Gran Rosario, el Gran Córdoba y el Gran Mendoza son los más afectados, y si bien ha habido mejoras planificadas a través de inversión pública, en dichas áreas el progreso ha sido menor que en los asentamientos menos alejados de los centros urbanos. En dichos cordones habitan trabajadores informales de segmentos indigentes y muy precarios del mercado de trabajo. A ellos no llega, o llegan los peores servicios de salud, educación, transporte y seguridad", explica Agustín Salvia, director del Barómetro.


Las zonas olvidadas


La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) elaboró un informe sobre el riesgo al que se encuentran expuestas las personas que habitan las villas de emergencia en la ciudad de Buenos Aires: "Allí donde la mayoría piensa que se vive gratis, la realidad muestra lo caro que sale para la salud. Si hablamos de riesgo ambiental son denominadores comunes la falta de agua, la insuficiencia de caños cloacales, el deficiente sistema de recolección de residuos y la proximidad a focos de contaminación de grandes dimensiones, como por ejemplo el cementerio de autos secuestrados por la Policía Federal Argentina, que filtra plomo a la tierra en la villa 20".


Diosnel Pérez, de 46 años, residente de la villa 20 del barrio de Villa Lugano, sostiene: "Un 37% de los chicos tiene plomo en la sangre, las mujeres embarazadas pierden a sus hijos y la mayoría de la gente está enferma. Además, hay casos de dengue y mordedura de ratas. Todos los días buscamos la forma de sobrevivir. Estamos más olvidados que nunca".


Allí, la gente vive a metros de un basural a cielo abierto y un cementerio de autos desarmados y corroídos, que con sus tóxicos envician el ambiente. En unas 20 manzanas, con pasadizos que se abren de lado a lado, cientos de casas con techos de chapa guardan historias de inseguridad, exclusión y muerte por contaminación.


A veces, cuando Diosnel abre las canillas el agua sale marrón y las posibilidades de contraer nuevas enfermedades se incrementan: "El agua se toma como viene. El estómago se acostumbra, aunque muchos chicos terminan enfermos", comenta el vecino con resignación.


A orillas del Riachuelo


Casos como los de Inés y Diosnel son moneda corriente para quienes viven en zonas linderas al Riachuelo. Desde tiempos pasados, la cuenca del río Matanza-Riachuelo ha funcionado como un afluente de desechos industriales. En la actualidad, el 90% de los asentamientos precarios de la ciudad de Buenos Aires se concentra a orillas de sus aguas ennegrecidas, donde las inundaciones, la falta de agua potable, el déficit de servicios cloacales y los altos niveles de contaminación representan una amenaza para la salud.


Los vecinos de las villas 21-24 y 26 aseguran que no se puede respirar. El aire es espeso, la garganta pica, los ojos arden y el olor se vuelve insoportable.


La Fundación Ciudad, que trabaja para mejorar la calidad de vida en la ciudad, implementó hace cuatro años un programa que pretende dar respuesta a la proliferación de basurales frente a la ausencia de mecanismos de control ambiental y de soluciones palpables. Se trata de la iniciativa Guardianes del Riachuelo, implementada por un grupo de vecinos del barrio, que tiene como fin mejorar el hábitat y las condiciones sanitarias, a través de la recolección diferenciada de residuos sólidos urbanos.


"Inicialmente el programa se proponía movilizar a las comunidades que viven en las márgenes de los arroyos, para que fueran parte de un proceso de mejora de su hábitat. El programa se implementa en Barracas, en la ciudad de Buenos Aires, sobre el Riachuelo. Actualmente, los guardianes están organizados como Cooperativa Ecoguardianes21", explica Mora Arauz, coordinadora de programas de la organización.


En este contexto, Pedro Del Piero, presidente de la Fundación Metropolitana, aseguró que la mayor amenaza es la pobreza y exclusión social: "El modo de organización socioeconómica imperante en la Argentina hace que quienes más sufran la degradación ambiental sean los pobres".


Desde la institución desarrollan dos programas relacionados con el riesgo ambiental y social: Espacio Matanza-Riachuelo y Espacio Agua, que focaliza sus acciones en la cuenca del río Reconquista, que atraviesa 18 partidos de la provincia de Buenos Aires, donde también es urgente detener definitivamente la contaminación.


Si bien los especialistas indican que la situación habitacional mejoró, lenta pero sistemáticamente a partir de 2003, todavía queda mucho por hacer, teniendo en cuenta, además, que la ausencia de servicios básicos tiene un particular impacto sobre los grupos en situación de pobreza.


Contactos


ACIJ: www.acij.org.ar


Barómetro: www.uca.edu.ar


Fundación Ciudad : www.fundacionciudad.org.ar


Fundación Metropolitana: www.metropolitana.org.ar


 


Por Soledad Avaca


La Nación