Algunos recordarán que, durante la primavera democrática de la década del 80, los partidos políticos publicaban sus plataformas electorales en diarios de circulación nacional y las entregaban en mesas en las que también ofrecían las boletas de los candidatos. Actualmente, sólo reparten estas últimas, junto con unos coloridos panfletos. La falta de propuestas concretas con las que nos encontramos y, sobre todo, la falta de conciencia cívica sobre la relevancia de poder contar con ellas para evaluarlas en ese momento y efectuar luego un control ciudadano durante la gestión de quien gane las elecciones, es una clara deficiencia de nuestro sistema democrático. El control ciudadano de gobierno es la savia de la democracia. Si los gobernantes no perciben el ojo de sus representados detrás de ellos, se convierten en sus directivos, y aquellos que procuran en la función pública sus beneficios personales tienen la posibilidad de moverse libremente en ese sendero. A diferencia de lo que se suele decir, en nuestro país no escasea la participación ciudadana, sino que está mal dirigida. Cualquier repaso a los foros de los sitios informativos de Internet revela la enorme cantidad de tiempo que se utiliza para opinar sobre hechos políticos. Parte de esa energía podría ser mejor dirigida si hubiera mejor información pública y existieran los mecanismos para realizar un esfuerzo de monitoreo colectivo. Hoy, no sólo no contamos con aquellas viejas plataformas electorales, sino que tampoco utilizamos las posibilidades que nos otorgan las nuevas tecnologías. Muchos países están implementando plataformas informativas de datos abiertos de acceso público con información completa y accesible a cualquier ciudadano. Además, está en plena conformación la Alianza de Gobiernos Abiertos, que tiene un comité integrado por Brasil, Estados Unidos, Indonesia, México, Sudáfrica, Reino Unido, Filipinas y Noruega. Esta iniciativa está pensada como un esfuerzo para hacer que los gobiernos sean más transparentes, efectivos y que rindan mejores cuentas. Sin embargo, pese a que actualmente se encuentran participando más de setenta países, la Argentina no ha cumplido con los requisitos mínimos exigidos para ser parte de ella. Es necesario que se adopten decisiones políticas trascendentes que marquen el camino de la transparencia. Sin ella, se vuelve muy difícil y costoso el camino de la participación. Pero una vez que se tomen las medidas adecuadas, las posibilidades son enormes, pues las actividades se potenciarían exponencialmente con las herramientas tecnológicas disponibles en la actualidad. Además -muy importante-, la calidad del voto aumentaría sustantivamente.
1/09/03
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