El titular de la cartera de Educación de la Ciudad de Buenos Aires abrió la polémica la semana pasada al denunciar a La Cámpora por su trabajo en las escuelas. El perfil de un ministro surgido de la educación privada y cercano a la Iglesia católica.
Por: Diego Igal
En el cyberuniverso no hay que cliquear muy lejos para comenzar a esbozar un perfil de Esteban José Bullrich, ministro de Educación porteño desde el 5 de enero de 2010. Es que este miembro estable del elenco macrista nacido el 26 de mayo de 1969 tiene una cuenta en Twitter que él mismo atiende cual ventanilla de reclamos/sugerencias, con 33.191 seguidores, lejos de los casi 380 mil de la que le administran al jefe de gobierno Mauricio Macri, pero por encima de los 27 mil de la vice María Eugenia Vidal o los 31 mil del ministro Diego Santilli.
Lo de atender es literal. El jueves último, por ejemplo, cuando estalló la más reciente polémica desde la cartera educativa, el ex segundo del binomio presidencial de Ricardo López Murphy en 2007 no dudó en discutir hasta las nueve de la noche sobre las bondades del 0800 para alertar de militantes en escuelas porteñas. “Como se pusieron los trolls K, al revés de Uds., yo creo q el país es mejor y + rico pq pensamos distinto. Estoy contra el pensamiento único. La militancia polit nos salva d dictaduras. Soy militante. 0800 es xa denunciar vergonzoso y aberrante uso d fdos púb xa promover pens único”, agregó luego en ese idioma entre el télex y la dislexia de la galaxia Twitter donde Bullrich no duda en embarcarse en discusiones para confirmar aquello de lo que gusta jactarse, una “enorme vocación de diálogo”.
Eso explicaría también que sea el único ministro del macrismo que haya venido a Tiempo Argentino para ser entrevistado solo primero, y luego para debatir de calidad educativa –una de sus banderas– con el entonces par bonaerense Mario Oporto y el de Nación, Alberto Sileoni.
Y este jueves último, el nombre y apellido del sobrino segundo de Patricia Bullrich se constituyó en etiqueta (hashtag en la jerga) de las diez más comentadas (trending topic) de la Argentina por esa idea telefónica que, juran en el entorno, surgió de él y no de arriba.
En el perfil de Twitter, este licenciado de Sistemas usa hace rato una foto de niño con la camiseta de River y se presenta con el cargo y una estrofa de Jorge Drexler. Si se fisgonea en las fotos se lo verá en maratones (uno de los deportes que practica) junto a su amigo subsecretario de Transporte Guillermo Dietrich –al que sumó al PRO– o como plateísta del estadio Monumental. Hincha y socio millonario, Bullrich no tiene que caminar mucho para ir al club de Núñez porque vive cerca con su esposa (María Eugenia Sequeiros, 39 años) y sus cuatro hijos, quienes tampoco tardan mucho en llegar a un colegio privado de la congregación La Legión de Cristo.
No es el único en Twitter de la cartera educativa, donde los sub 30 son mayoría. También lo hacen los cuatro subsecretarios que Bullrich ungió el año pasado cuando duplicó los cargos de la segunda línea: la histórica Ana María Ravaglia (ex docente y sindicalista, en el ministerio desde 2007); otro conocido de la casa, Alejandro Finocchiaro, y los debutantes Carlos Regazzoni (médico y amigo personal de Bullrich e hijo del artista plástico) y María Soledad Acuña. Los nombramientos de estos tres últimos fueron el epílogo de un 2011 convulsionado. Además de reclamos estudiantiles por infraestructura y contra las listas negras de los rebeldes, la cartera arremetió contra el inmaculado estatuto docente (sancionado en los ’80) para reformar las llamadas juntas de calificación. Esa iniciativa fue aprobada en la Legislatura por algunos votos de Coalición Cívica y un ardid del entonces diputado Diego Kravetz, cuya esposa es Acuña.
Luego designó al frente de las Políticas Educativas y Carrera Docente a Finocchiaro, quien se había ido de la cartera educativa en 2009 minutos antes de que estallara el escándalo de las escuchas ilegales que tiene a Ciro James, el ex ministro Mariano Narodowski y a Macri al borde del juicio oral. James había conocido a Finocchiaro (o viceversa) en la Universidad de La Matanza, donde aún recuerdan al segundo porque para el 25º aniversario del retorno a la democracia se le ocurrió invitar a Mariano Grondona. Aún no se determinó si fue Finocchiaro el que llevó a James al ministerio.
En aquella reforma de juntas también fue clave el lobby legislativo de @MaxGulmanelli, en cuyo perfil de Twitter aún figura como subsecretario de Equidad Educativa del ministerio aunque en el organigrama oficial sea director de Educación de Gestión Estatal. Antes de ser bendecido funcionario, Gulmanelli trabajó en instituciones –¿o empresas?– católicas como el Consejo de Educación Católica y las fundaciones Universidad Católica y Felices los Niños (sí, la del condenado Julio César Grassi).
No es el único del Gabinete con vínculos eclesiásticos: Beatriz Jáuregui, directora de Educación de Gestión Privada, trabajó en la Vicaría Episcopal de Educación del Arzobispado porteño, que ahora con la cartera educativa –y las fundaciones Noble, La Nación y E-Foro– llevan adelante el programa Escuela de Vecinos, que dice buscar “acercar a los secundarios a instituciones de la República y promover su compromiso social, cívico y político”.
El área de Jáuregui tiene este año 32% más de subsidios para escuelas privadas, que se desconocen cuáles son porque la información nunca se hizo pública, denuncian algunas ONG como la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia.
Bullrich se formó en aulas de gestión privada: licenciado en Sistemas por la Universidad CAECE, hizo un master en Administración de Empresas, especializado en Finanzas, Marketing y Management en la escuela Kellogg de EE UU, y luego enseñó Matemática en orfan atos de Nicaragua a través de la Fundación Padre Fabretto. A EE UU volvió en 2006 como becario de la Fundación Eisenhower Fellowships (hoy a cargo del veterano de guerra Colin Powell) con un proyecto de políticas públicas educativas.
Dice que la crisis de 2001 terminó de forjar su vocación pública. Cuatro año más tarde debutó como diputado por Recrear hasta que en 2008 ocupó por seis meses el Ministerio de Desarrollo Social porque Vidal estaba de licencia por maternidad. En la Cámara Baja hizo tándem con Adrián Pérez (ARI) para denunciar casos como Skanska. También votó a favor de que asumiera el represor Luis Abelardo Patti.
No suele vérselo con corbata, pero sí siempre con una botella de 500 cm3 de agua mineral y mate. Logró estrechar buenos vínculos con el Ministerio de Educación del Ecuador y también escribió un libro sobre calidad educativa en coautoría con Gabriel Sánchez Zinny, economista. En Facebook el ministro Bullrich todavía tiene una foto de su pasado en el Congreso, tal vez sea una señal para alimentar los rumores que lo ubican como candidato legislativo en 2013. O como la foto de Twitter, pura nostalgia. «
El INADI presentará un amparo
El INADI rechazó la implementación por parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de un 0800 para denunciar “intromisión política” en las escuelas y presentará una acción de amparo ante la justicia de la CABA solicitando el cese de la medida cuestionada.
El INADI, que trabaja junto al Ministerio de Educación de la Nación abordando la problemática de la discriminación en los colegios, señaló que en Argentina “algunos sectores aún reaccionan autoritaria y represivamente ante la participación política de los más jóvenes, pretendiendo que ‘la política’ es un ámbito reservado a los adultos”.
Pedro Mouratian, interventor del organismo, sostuvo que “sistemas como el implementado por el gobierno de la Ciudad recuerdan prácticas de persecución política propias de regímenes dictatoriales, donde se incentivaba a la ciudadanía a denunciar las expresiones políticas de otros ciudadanos”.