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Infancias en riesgo: más de la mitad de los chicos es pobre y 316 mil están en situación de vulnerabilidad extrema en la Argentina

El secuestro de M. visibilizó la realidad de miles de niños y adolescentes. Cuáles son las políticas públicas que implementa el Estado para intentar revertir esas cifras.

Seis de cada 10 chicos son pobres en la Argentina, la cifra más alta de los últimos 10 años. (Foto: AP)

Por María Delfina Casali.

Desafiando el movimiento de los vagones, reparten tarjetas en busca de monedas. Algunos empujan carros o venden pañuelos en la estación. Otros juegan en colchones rotos tirados sobre la vereda, piden una colaboración en los semáforos o miran desde la esquina cómo lo hacen sus papás. Todos ellos y tantos otros que nadie ve forman parte de una cifra que va en aumento en la Argentina: el 64,1% de los niños y jóvenes es pobre; el 16%, indigente y alrededor de 316.000 crecen en situación de vulnerabilidad extrema.


El secuestro de la nena de siete años que vivía junto a su mamá en la calle y estuvo desaparecida durante tres días volvió a poner sobre la mesa una dolorosa pregunta: ¿Cuántos chicos, iguales a M., se crían “por fuera del sistema”? Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), dado a conocer en diciembre, se trata de alrededor del 2,4% de la población infantil, es decir, al menos 316.000 niños de entre 0 y 17 años en todo el país.

Según explicó a TN.com.ar Ianina Tuñón, investigadora responsable del ODSA, dentro de la población de niños que viven en condiciones de pobreza se encuentra el 16% que están en situación de indigencia. “Sus hogares no reúnen los recursos para comprar la canasta básica, por lo que tienen altas chances de experimentar inseguridad alimentaria”, indicó. “A su vez, de ese porcentaje, el 2,4% son chicos marginados del sistema, que ni siquiera reciben transferencias de ingresos directas o no contributivas”, agregó.

Esta situación de vulnerabilidad extrema golpea con más dureza a los adolescentes de entre 13 y 17 años: mientras que en los chicos de entre 0 y 4 años, la cifra es del 0,7% y en los de 5 a 12, del 2,5%, en esa población asciende al 3,9%.

Las cifras se acercan a las que esta semana dio a conocer el INDEC sobre el segundo semestre de 2020, que desnudan que se sigue incrementando la infantilización de la pobreza en la Argentina. Del total de niños y adolescentes de hasta 14 años, más de la mitad (57,7%) es pobre y fue en ese grupo etario en donde las condiciones de vulnerabilidad crecieron al cierre del año, alcanzando un aumento de 1,4 puntos respecto del período anterior.

Las cifras que preocupan: la pandemia agravó todo


La situación es crítica: seis de cada 10 chicos son pobres en la Argentina. Se trata de la cifra más alta de los últimos 10 años y está relacionada directamente con la inseguridad alimentaria, un indicador que mide el porcentaje de niños que expresan haber reducido los alimentos por problemas económicos. Según el informe de la UCA, desde 2011 hasta la actualidad esa cifra fue en ascenso.

Entre 2019 y 2020, lo que registró una baja significativa fue la ayuda alimentaria directa a través de las escuelas y comedores, pasando del 39,2% al 23,2%. “Ese fue, sin dudas, el principal efecto del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio por coronavirus”, sostuvo el informe. Así, la inseguridad alimentaria afecta principalmente a los chicos de entre 5 y 12 años y, en mayor medida, a los adolescentes de 13 a 17 años, mientras que los niños de entre cero y 4 años se vieron más protegidos, probablemente como consecuencia de la cobertura de la Tarjeta Alimentar.

Seis de cada 10 chicos son pobres en la Argentina, la cifra más alta de los últimos 10 años. (Foto: Télam)

“Es la marginación extrema”, definió Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en la Argentina (CASACIDN). En diálogo con este medio, remarcó que el país “arrastra una situación de pobreza estructural” que la pandemia de coronavirus agravó.

Sobre la realidad de los 316.000 chicos que, al igual que M., viven en la indigencia más extrema, puntualizó: “Son muchos los riesgos de vivir en la calle. Desde la falta de escolaridad, salud y alimentación, hasta la ausencia de educación sexual y el acceso a las drogas como una forma de tapar el hambre y el frío. Las consecuencias son duras y el estigma que cargan estos jóvenes es muy grande”.

En el mismo sentido, opinó Francisco Rodríguez Abinal, vocero de Infancia en Deuda, una agrupación que reúne a distintas organizaciones de la sociedad civil que buscan concientizar sobre los derechos de niños y adolescentes. “Millones de chicos están expuestos a una altísima vulnerabilidad que les genera obstáculos en el acceso a derechos muy básicos como vivienda, educación y alimentación. Todo eso genera dificultades para el desarrollo de una vida digna”, analizó en diálogo con TN.com.ar.

Si bien sostuvo que existen varias políticas públicas “muy significativas”, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), el problema es que “no son suficientes para garantizar que los niños salgan de la pobreza e indigencia”. Según los datos, este beneficio “no cubría ni la mitad de recursos que los chicos necesitan para acceder a la alimentación mínima y condiciones de vida razonables”. “El Estado debe realizar más acciones e invertir en el acceso a derechos”, concluyó.

Infancias en riesgo: más de la mitad de los chicos es pobre y 316 mil están en situación de vulnerabilidad extrema en la Argentina

Por su parte, Schulman consideró que las políticas públicas que implementa el Estado no son suficientes. Sostuvo que, en el caso de M., fue justamente eso lo que falló. “¿Cómo puede ser que no la hayan podido sacar de la calle? Acá, había una mamá y una nena en riesgo y la responsabilidad de garantizar sus derechos es del Estado”, aseveró.

Además, hizo hincapié en una problemática que agrava el panorama: “La gente en situación de calle no puede acceder a los planes como AUH, educación y salud porque no tiene domicilio fijo ni documentación”. “Hay dos o tres generaciones de indocumentados que no entran en ninguna de las condiciones para acceder a los programas sociales. Es un problema que hay que abordar integralmente”, afirmó.

Las respuestas del Estado


En diálogo con TN.com.ar, el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo repasó las principales políticas que instrumenta su cartera en torno a las infancias. Manifestó que el caso de M. le produjo “mucho dolor” y planteó: “Es una responsabilidad del Estado que haya personas que tienen brutalmente vulnerados sus derechos. Necesitamos extremar las redes para acompañarlas”.

En esa línea, indicó que hay tres políticas públicas masivas que lleva adelante su cartera para revertir las alarmantes cifras de pobreza e indigencia infantil. En primer lugar, la tarjeta Alimentar, destinada a madres o padres con hijos de hasta 6 años de edad que reciben la AUH para garantizar el acceso a la canasta básica alimentaria. “Tiene el objetivo de mejorar la nutrición, que es el punto más crítico de los chicos pobres”, afirmó el ministro.

El 64,1% de los niños y jóvenes es pobre; el 16%, indigente y alrededor de 316.000 crecen en situación de vulnerabilidad extrema en la Argentina. (Foto: NA)

Entre quienes reciben la Tarjeta Alimentar, la tendencia a experimentar inseguridad alimentaria severa es menor a la que se observa entre quienes no reciben el beneficio (11,5% y 17,3%, respectivamente), según el informe de la UCA. Sin embargo, “no fue suficiente como sistema de protección ante la vulnerabilidad en el acceso a los alimentos”, planteó el escrito.

“La segunda política es la más relevante en torno al tema niñez y tiene que ver con que todos vayan al jardín”, indicó Arroyo. Para el titular de la cartera de Desarrollo Social, el punto clave en el caso M. es que, si la nena hubiera estado escolarizada, “habría entrado en el circuito de acompañamiento Estatal”.

Por eso, planteó que apunta a crear 800 jardines durante su gestión, entre los maternales, que reciben chicos de 45 días a dos años y de infantes comunitarios, para nenes de sala de 3, 4 y 5 años. “Hoy, no hay vacantes, por eso la idea es extender estos espacios. Hay que lograr que todos vayan”, aseveró.

Infancias en riesgo: más de la mitad de los chicos es pobre y 316 mil están en situación de vulnerabilidad extrema en la Argentina

Según el informe de la UCA, actualmente tres de cada 10 chicos no asisten al nivel inicial (32%). Esa cifra asciende al 35,7% en el nivel secundario y disminuye significativamente en el primario: en ese segmento, el déficit educativo es del 12%.

Por último, Arroyo señaló que la tercera política importante que instrumenta su cartera en torno a la niñez tiene que ver con “la extensión de la AUH”. “Vamos a incluir a un millón de chicos más”, aseguró. Sobre los más de 300.000 niños y adolescentes que viven en la indigencia extrema, resaltó: “Hay que ir a buscarlos”. “Estamos encarando un programa para las personas en situación de calle”, adelantó.

Para el ministro, los tres puntos importantes para revertir las cifras de pobreza e indigencia en la infancia son “vivienda, jardín y trabajo”. En cuanto al acompañamiento en la niñez, resumió: “La vulnerabilidad tiene que ver con un primer elemento que es la mala alimentación, por eso la tarjeta Alimentar. Lo segundo es el jardín. La diferencia se empieza a achicar cuando el chico entra en esa red de contención. Después, vienen otras prestaciones”.

Además, adelantó que el Ministerio que encabeza lanzará en abril un programa destinado a las adolescencias vulnerables. Se trata de una red de tutores que “tendrá distintos tipos de acompañamiento económico para garantizar temas como la vacunación y que los chicos vayan a la escuela”.

Según el informe de la UCA, actualmente tres de cada 10 chicos no asisten al nivel inicial (32%). (Foto: Télam)

Por su parte, la defensora de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Nación Marisa Graham planteó que la pobreza y la indigencia infantil son un problema que “azota a la República Argentina y otros países del mundo desde hace muchas décadas”. “Se transmite de generación en generación y se convierte en estructural”, explicó a TN.com.ar.

Por eso, las medidas que habría que tomar “deberían resolver temas estructurales como ingreso de adultos, vivienda, agua potable, luz, gas, conectividad, caminos, asfalto y escuelas”, sostuvo Graham. Para ella, la clave es “apuntar a la política económica” y “aumentar la distribución de la riqueza”.

Afirmó que las políticas paliativas “pueden ser suficientes en el momento en el que se ataca una situación extraordinaria como la de la pandemia”, pero aseveró: “Hay ausencia de políticas focalizadas que atiendan la problemática de los niños en situación de calle”.

Infancias en riesgo: más de la mitad de los chicos es pobre y 316 mil están en situación de vulnerabilidad extrema en la Argentina

Quienes trabajan en torno a la problemática de infantilización de la pobreza coinciden al asegurar que las políticas públicas no son suficientes y eso está evidenciado en las dramáticas cifras que año a año van en aumento. Para Schulman, es necesario profundizar los programas sociales que se aplican a nivel nacional, pero además “hay que recuperar la cultura del trabajo y la dignidad”. “Los adultos tienen que tener trabajo y los chicos tienen que ir a la escuela”, agregó.

También es necesario que “haya más información” para que realmente se cumpla el eslogan de “acercar el Estado a la gente”. “Quienes están en situación de calle tienen que saber que existen políticas públicas para acompañarlos, que hay otras opciones”, aseguró.

Por último, hizo hincapié en que las cifras de pobreza e indigencia infantil deben ser un problema que preocupe a toda la sociedad a diario y no solo cuando se publican los informes que ponen de manifiesto que cada vez hay más chicos en situación de vulnerabilidad. “Hace falta compromiso por parte de los ciudadanos, muchas veces la gente ve a un nene en la calle y mira para otro lado”, señaló.

“Los ciudadanos tenemos que ejercer nuestro derecho y reclamarles soluciones a las autoridades, más en representación de esos chicos que no tienen voz. Primero hay que escucharlos y después, gritar y exigir por y con ellos”, concluyó.

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