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Es insuficiente la atención de la salud mental a nivel primario, incluido el privado con sus obras sociales

La salud mental es un tema que está cobrando cada vez mayor relevancia, a medida que la sociedad entiende que se trata de un problema grave para la salud general. De hecho, la pandemia ha agravado la cantidad de casos relacionados con la depresión, la ansiedad y los trastornos del sueño.

Si bien estos problemas no son nada nuevos, comienzan a aparecer casos de personalidades que le dan visibilidad al asunto. Celebridades, deportistas, músicos y más empiezan a dar sus testimonios que vuelven a poner a la salud mental en el centro de la escena pública.

Y, cada vez que esto sucede, también se pone de manifiesto la precariedad del sistema tanto estatal como privado para tratar este tema. Tanto en las fases de prevención como luego de tratamiento.

Una problemática que tiene pocas respuestas

Según organizaciones especializadas en esta temática, existe un importante déficit en cuanto a la atención a nivel primario de la salud mental. La atención primaria, es aquella que garantiza a las personas el tratamiento integral lo más cerca posible de ellas.

Además, se denuncia que los hospitales generales, en muchos casos, no garantizan una adecuada atención especializada en salud mental. Y, más aún, se habla de que los profesionales de la salud no están debidamente capacitados para brindar una atención de calidad.

En este sentido, Eduardo Quiroga, abogado del programa Derechos de las Personas con Discapacidad de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), dijo que “la atención sigue concentrada en los hospitales psiquiátricos en vez de garantizarse que los hospitales generales cuenten con atención ambulatoria e internación (por cuestiones mentales)”.

En el ámbito privado, las prepagas y obras sociales cuentan con una asistencia en muchos casos muy limitada. Manuel Vilapriño, presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) comenta, en torno a esto, que “son más y más los profesionales que desisten de atender a través de prepagas y obras sociales porque la complejidad de las problemáticas es cada vez mayor”

¿Cómo ha afectado la pandemia a la salud mental de la población?

Como hemos mencionado, la pandemia no ha hecho más que agravar la situación. De acuerdo a un estudio elaborado por el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y la Universidad de Harvard, durante la primera semana del confinamiento obligatorio decretado por el Gobierno Nacional, el 33% de los encuestados mostraba posibles síndromes depresivos, mientras que el 23% posibles síndromes de ansiedad.

De hecho, posteriormente, se detectó que una persona que se contagió de COVID tiene una mayor probabilidad de sufrir este tipo de trastornos psicológicos que aquellas que nunca han contraído el virus.

¿Qué dice la actual ley de Salud Mental?

Durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, en el 2010, se sancionó la vigente Ley Nacional de Salud Mental. La misma tiene como objetivo sustituir las actuales instituciones monovalentes (las que solo se dedican a la psiquiatría) por un sistema integral de atención en salud mental. Enfocada en la comunidad y que respete los derechos humanos.

A pesar de que esta ley tenía como plazo final el año 2020 para cumplirse, lo cierto es que actualmente siguen existiendo 162 centros públicos monovalentes. Y, en ellos, se encuentran internados 12.000 pacientes, cuyo tiempo promedio de permanencia dentro de la institución es de 8,2 años.

Según las organizaciones especializadas, el sistema argentino sigue enfocando las cuestiones mentales de una forma hospitalo-céntrica. En vez de abordar el asunto de una forma integral, tal como debería hacerse según lo establecido en la ley dictada ya hace más de 12 años.

La falta de asistencia y capacitación de los profesionales de la salud

Por si fuera poco, otro factor que está presente dentro de esta problemática, es el hecho de que aquellos profesionales encargados de atender la salud mental de las personas, no se encuentran adecuadamente capacitadas para hacerlo. Lo cual nos deriva a una nueva arista del problema: el exceso de demanda y la poca atención disponible.

Esto se da principalmente por dos cuestiones. La primera es la ya mencionada falencia a la hora de abordar la situación, en la cual los profesionales están concentrados en los centros monovalentes (psiquiátricos), desatendiendo los hospitales generales. En donde quedan profesionales de la salud sin la capacitación necesaria para hacer frente de forma adecuada a los casos.

Por otro lado, se deja ver que el acceso a la atención primaria en salud mental es deficitario ya que no se alcanza a cubrir toda la demanda de la población con la poca cantidad de profesionales disponibles actualmente.

Conclusiones

En definitiva, estamos ante una problemática que ha sido históricamente (y aún sigue siendo) excesivamente infravalorada, tanto por las autoridades políticas encargadas de diseñar las leyes como de las judiciales de aplicarlas.

Según los propios especialistas, existe una peligrosa estigmatización por parte de la población a la hora de valorar los problemas de salud mental. Muchos aún continúan creyendo que esta no constituye una situación lo suficientemente grave, como en realidad es. Lo cual hace que muchas veces se invisibilicen estos temas de la agenda pública.

Por otro lado, está claro que la ley sancionada en 2010 no se está aplicando de la forma en la que debería. Lo mismo pasa con el presupuesto asignado que, además de ser inferior al que debería, sino también que muchos años este se subejecuta.

El camino a una aplicación integral de la ley y a un presupuesto adecuado para la salud mental, parece ser que será largo de recorrer. Lo primero que debemos hacer, ya sea que estemos sufriendo o no algún trastorno, es no naturalizar ni subestimar los efectos que producen. Este debe ser solo el primer paso para visibilizar y poner nuevamente en el centro de la agenda pública, social y política una problemática que por ahora no encuentra una solución, como es la salud mental.

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