Sin categoría10.06.07
ACIJ / Sin categoríaRicardo "Pacha" Velasco un operador en la intimidad del poder (La Nación)
10/06/07
El feminismo criollo bien podría considerar el ascenso de Ricardo “Pacha” Velasco, pareja de la ministra Felisa Miceli y flamante funcionario de Desarrollo Social, como un logro político del movimiento. Y, quizá, por qué no, hasta un leading case . Es que “Pacha” encarna uno de esos rarísimos casos en que un hombre público llega al poder de la mano de una mujer, y no a la inversa: toda una rareza en la lógica vernácula del poder, donde la testosterona sigue mandando, a pesar de que hay mujeres a la cabeza de ministerios y juezas en la Corte.
Efectivamente, Velasco, que hace apenas dos semanas se vio forzado a dejar su puesto en el directorio del Enargas, tocado por el escándalo de Skanska -la causa por presuntas coimas por la que ya fueron echados dos funcionarios del Gobierno- es identificado por todos como “el marido de”. Y no se trata de que el hombre no tenga pasado político -fue dirigente de la JUP en los 70 y militante de segunda línea de Montoneros-, pero lo cierto es que su salto a la escena nacional, al juego grande del poder, sólo se produjo gracias al ascenso político de Miceli, su pareja de hecho -no pasaron por el registro civil-, durante el gobierno kirchnerista. Como admitió un amigo íntimo de Pacha y ex vecino de Quilmes, donde Velasco vivió en la clandestinidad durante la dictadura: “Maneja un nivel de relaciones que le da el hecho de ser la pareja de Felisa”.
A tal punto llega el enroque de amor, influencia y gestión que, en las pocas declaraciones públicas que Velasco hizo, siempre tuvo que explicar si no le molestaba ser “el marido de”, una pregunta que los periodistas siempre le hacen a las “esposas de” los políticos. Y hasta un locutor, en un acto de Compromiso K, llegó a definirlo como “el marido de” cuando le tocó presentarlo ante una platea plagada de funcionarios. Un verdadero papelón que quedó archivado en la mente de este ex montonero, que integró la renovación peronista en los 80 y que, paradójicamente, no es un mero “marido de”: se trata -vale aclararlo- de un marido influyente. ¿En qué sentido? Digamos que tiene fama de ser algo así como el poder detrás del trono de la ministra.
Ser el principal referente de una agrupación política con aspiraciones de peso territorial -la Corriente Popular 25 de Mayo, la agrupación con organizaciones sociales que fundó a pocos meses de llegar Kirchner al poder- y, a la vez, haber manejado un programa de créditos para microemprendimientos destinado a todo el país (Fonder) desde el Banco Nación, cuando Miceli lo presidía y él era asesor del directorio, hizo que quienes no lo querían en la entidad financiera -ni tampoco en el Ejecutivo- lo acusaran de usar los fondos públicos como una “caja política”.
De carpintero a margarito
Por esas extrañas mutaciones que suelen darse en la Argentina, si muchos de sus antiguos compañeros setentistas veían en Velasco a un “militante coherente” -tiene una hermana desaparecida- y hasta como un “cazador de utopías”, tal como aparece en el documental de David Blaustein, hoy para muchos es un operador político de poca monta.
Velasco renunció en silencio hace apenas dos semanas al directorio del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), organismo que está bajo la órbita del ministro Julio De Vido y que quedó en el ojo de la tormenta a raíz del caso Skanska. Velasco está denunciado en esa causa, junto con el resto del directorio, por incumplimiento de los deberes de funcionario público. A pesar de eso, volvió a asumir, durante la última semana, en un nuevo cargo político: esta vez como subsecretario de Desarrollo Local y Economía Social en el ministerio que dirige la hermana del Presidente, Alicia Kirchner. Casualmente, se trata de la única oficina que funciona en sintonía y mantiene un canal abierto con la cartera de De Vido. La tarea que llevará a cabo en su flamante empleo no es nueva para él, sino que se vincula a la que desarrollaba en el Banco Nación: deberá articular subsidios y créditos destinados a sectores socialmente vulnerables.
“Es un lugar por el que pasa mucho dinero, destinado a todo lo que son emprendimientos productivos para gente que jamás calificaría para obtener un crédito -asegura el responsable de una conocida ONG, que coordina investigaciones sobre economías locales pero que, esta vez, prefirió el anonimato-. La idea originaria es buena: llegar a organizaciones de base. El punto es que, en la práctica, sirve para puentear a los intendentes que no son del palo político del Gobierno”.
Lo cierto es que Desarrollo Social es un excelente espacio para vincular el trabajo de construcción territorial y el armado político, una tarea que parece apasionar a Pacha quien, desde Corriente Popular 25 de Mayo, busca “defender el gobierno popular” de Kirchner. Tan buen espacio y tan buena vidriera es Desarrollo Social para hacer política, que muchos de los funcionarios de Alicia Margarita Kirchner -de ahí lo de “margaritos”- se lanzarán este año en el Conurbano como candidatos a intendente.
Claro que, a pesar de haber conseguido nuevo empleo, el currículum vitae de Pacha tiene algunos puntos oscuros. Adrián Pérez, diputado de Ari y uno de los denunciantes en la causa que investiga el pago de sobreprecios en la ampliación de dos gasoductos, lo explica: “Velasco está imputado, junto con el resto de los directivos de Enargas, que era el organismo encargado de controlar que los precios de estas obras fueran razonables. Pero en lugar de eso, no sólo no controló sino que fue ese ente el que decidió la adjudicación de la ampliación, a pesar de los evidentes sobreprecios”.
Precisamente por eso el Enargas fue intervenido y Kirchner no tuvo más remedio que echar a su presidente y coterráneo, Fulvio Madaro, y al titular de Nación Fideicomisos, Néstor Ulloa, fondo encargado de financiar la obra. Aunque Pacha no lo dirá en público -sí lo dicen sus amigos-, en privado suele remarcar que su nombramiento ocurrió siete meses después -el 9 de noviembre de 2005- de la licitación y adjudicación de los gasoductos a favor de la constructora sueca, que Madaro firmó el 8 de abril de ese año. Eso es verdad, pero sólo en parte. Lo cierto, también, es que Velasco trabajó intensamente en la polémica respuesta que entregó el Enargas, a través de una solicitada en los medios nacionales, alegando la inocencia del organismo.
Además, el nombramiento del marido de Miceli en el ente regulador, donde llegó debilitado después de su paso por el Banco Nación, ya había sido denunciado ante la Justicia a raíz de su nula formación técnica para un cargo que la requería. La denuncia había sido realizada, en marzo de 2006, por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia. En nombre de esta asociación civil, la abogada Verónica Tarzia sintetiza: “La demanda surgió porque todo el directorio del Enargas fue designado en forma irregular, por decreto y sin concurso. Se trató de cargos políticos, de gente sin la preparación necesaria y muy allegada al Presidente. En el caso de Velasco, no sólo carece de los requisitos para el cargo, sino que venía del Banco Nación, la entidad donde se habían tramitado los contratos de fideicomisos que financiaron la ampliación de los gasoductos norte y sur”. El Gobierno no se expidió sobre este tema y el juicio continúa. “Fue una presentación conjunta de usuarios y consumidores -aclara Tarzia-, pero creo que tendremos novedades antes de la feria de julio”.
Es que Pacha había sido, durante años, carpintero en San Isidro -“no en la parte cheta, sino frente a una villa”, aclara un amigo de sus años de militancia montonera-, y ahora los directivos de carrera y empleados del Nación se azoraban ante el avance de este hombre, de modales poco sutiles a la hora de construir poder, dentro y fuera de la institución. “En el directorio le pedían a Felisa que lo sacara del medio, porque la complicaba a ella, pero esto era imposible porque ellos duermen juntos y contra ese vínculo no hay nada”, interpreta un hombre cercano a Lavagna.
Las primera tarea que asumió Pacha, apenas recaló en el Nación, además de armarse un despacho justo al lado del de su mujer, fue intentar debilitar a la comisión interna armando una línea opositora a Juan José Zanola en la Asociación Bancaria -tarea que, dicho sea de paso, le habían encomendado en la Casa Rosada, hasta que el gremialista se alió con el Gobierno-. Su otro objetivo fue fogonear el ascenso de algunos de sus amigos a puestos de jerarquía.
Como siempre ocurre en el caso de estos personajes de bajo perfil y manejo de caja, se tejen historias, algunas reales y otras inventadas, en torno a su actuación, pero lo cierto es que su influencia no era menor en la principal entidad financiera del país, según todas las fuentes consultadas. Se habló acerca de su rol decisivo -y poco claro- en el traspaso del quebrado frigorífico Santa Elena al empresario Sergio Taselli, al que acaban de quitarle las líneas ferroviarias Roca y Belgrano Sur, y también sobre la “caja política” que manejaba con fondos de fideicomisos del Nación destinados a microemprendimientos.
Pero, más allá las conjeturas, el hecho es que Miceli, en tándem con su marido, logró construir un espacio propio de poder en el Nación, con ayuda de funcionarios cercanos al ministro De Vido, hasta que terminó reemplazando a su propio jefe, Lavagna, en Economía. Esos lazos que la pareja fue tejiendo con De Vido, a espaldas de Lavagna, fueron lo que motivó la interpretación de Elisa Carrió, la primera en denunciar al ministro de Planificación Federal. Aseguró que De Vido se fue haciendo fuerte en áreas clave del Nación, tanto que el banco terminó poniendo las garantías, a través de Nación Fideicomisos, para financiar la extensión de los dos gasoductos, que ahora complican al Gobierno.
De allí el modo en que interpretó Lilita la designación de Velasco en Enargas, a fines de 2005: “Queda una sola caja, en realidad. Porque De Vido no sólo controla Planificación sino también Economía. No es casual que el esposo de la ministra termine designado legalmente como vocal del Ente Nacional Regulador del Gas, que depende de él”. Pacha decía entonces, cuando aún no había estallado el caso Skanska, que no le molestaba que lo asociaran con la gestión de Miceli siempre que no fuera con “mala intención”, porque con “Felisa formamos un equipo”.
Miceli presentó a Velasco en sociedad la noche del 27 de abril de 2003. Fue en el Hotel Intercontinental, cuando un Kirchner prácticamente desconocido para la mayoría de los argentinos se convertía en presidente de hecho, en primera y única vuelta con un magro 22 por ciento. Allí, en el Intercontinental, Felisa se lo presentó, por ejemplo, a Roberto Lavagna. Eran los tiempos en que Felisa no sabía cómo presentar a Pacha. “Para novios, estamos grandes; la palabra ´pareja no me gusta, pero tampoco somos marido y mujer”, solía comentar a sus amigos, blanqueando un dilema muy propio de gente de mediana edad. Para ella, se trata de su segunda pareja. Para él, que tiene tres hijos de dos matrimonios anteriores, ella es la tercera.
Claro que la vida del marido de Miceli no siempre fue así de confortable; en verdad, en los tiempos de la dictadura fue muy dura. Su hermana, Olga, despareció a los 21 años, en 1976, cuando esperaba el tren en la estación de Villa Lynch; de ahí que su madre, Hilda, siempre haya estado cerca de los organismos de Derechos Humanos y sea amiga de Nora Cortiñas. Pacha vivió en la clandestinidad, dentro del país, durante toda la dictadura.
Un amigo cercano de Pacha de los tiempos montoneros, Jorge “Topo” Devoto, otro operador kirchnerista, lo recuerda así: “Olga era mi novia, habíamos sido compañeros de la secundaria, yo lo conozco a Pacha y a su familia desde los 14 años. Estábamos en Montoneros y, por eso, teníamos que ser obreros y estudiantes. Olga trabajaba en Peñaflor y todos sabíamos qué estábamos haciendo. Por eso no estoy de acuerdo con esa película, Cazadores de Utopías , que nos trata como perejiles”.
Precisamente, Velasco es presentado en Cazadores de Utopías como un “sobreviviente” de una “generación que quiso cambiar el mundo”, según explica Blaustein. Claro que, como dice un ex diputado santacruceño, también ex montonero, que estudió en La Plata y fue amigo de Kirchner, “muchos no quieren ver que el Velasco de entonces no es el de hoy. Les cuesta verlo”, apunta, con cierta impotencia, pensando en este hombre de bajo perfil que alguna vez quiso cambiar el mundo pero, con el correr del tiempo, fue él quien cambió.
Por Laura Di Marco
La Nación
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