Prensa11.06.21
ACIJ / PrensaQuería ser el primer prefecto gay en casarse: apareció flotando en un río
11/06/21
La sombra sobre miembros de la Fuerza por el asesinato de Octavio Romero (33) sigue latente. Diez años de impunidad.
Por María Laura Balonga.
Octavio Romero (33), suboficial 1° de la Prefectura, desapareció el 11 de junio de 2011 de su casa de Retiro. Seis días después su cuerpo, desnudo y golpeado, apareció flotando en el río, a la altura de Olivos. La autopsia confirmó las sospechas de su pareja: había sido asesinado.
Una década después, este crimen de odio, que siembra sospechas sobre miembros de la Fuerza, sigue impune y llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Gabriel Gersbach (56), el hombre con el que la víctima compartió los últimos 12 años de su vida, es el impulsor para que la causa por el homicidio de Octavio no quede en el olvido ni naufrague en la Justicia.
En el plano local, la investigan la Fiscalía Criminal de Instrucción N° 40 y el Juzgado Nº 46, a cargo del magistrado Jorge Anselmo de Santo. Pero no hay sospechosos ni detenidos ni imputados.
“La causa prescribiría a los 20 años y esta interpretación la hacemos considerando que podríamos pedir una pena de reclusión perpetua, bajo la hipótesis de que está involucrada de más de una persona de la Prefectura”, avisó Gersbach en diálogo con Clarín, quien pone todas sus esperanzas en el ámbito internacional.
“Hace cinco años que no se mueve la causa. Se demoraron más de dos años en hacer los allanamientos, no encontraron nada y los jefes ya habían sido trasladados”, contó Gersbach, quien siempre tuvo el apoyo legal de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ).
“Operativo dignidad”
Gersbach y Octavio planeaban su boda para finales de ese trágico 2011. Justamente, antes de que lo mataran y, luego de que en 2010 se aprobara la Ley de matrimonio igualitario, el prefecto había pedido permiso a sus superiores para convertirse en el primer uniformado homosexual del país en casarse.
“Para mí, su crimen fue un mensaje. Había recibido amenazas por su condición sexual y por celos: era brillante… Octavio trabajaba en el edificio Guardacostas y en el baño había pintadas despectivas”, sostiene desde hace una década Gersbach.
Un informe anónimo, muy detallado, que llegó con la causa ya avanzada, convenció a la Justicia de que las sospechas del entorno de Octavio iban por el carril correcto.
“Se hizo un allanamiento en Prefectura y se llamó a declarar a varios superiores, pero no hay nada. La hipótesis siempre estuvo ligada a la responsabilidad de miembros de la Fuerza en el crimen”, recordó la pareja de la víctima.
Era un informe de 12 hojas, doble faz, que lo recibió la que era fiscal del caso, Estela Andrades de Segura, en 2015, y también un periodista.
“Se llamaba Operativo Dignidad ‘Oscar Costa’, Oscar es el segundo nombre de Octavio. Ahí se detallaba, con fotos y nombres, el secuestro a punta de pistola con silenciador, cómo lo alcoholizan y lo torturaban en una maniobra que se llama ‘submarino seco’. Nada surgió de ello, silencio de radio”, relató Gersbach.
La familia y la pareja de Octavio siempre sostuvieron que esa noche bajó de su departamento por alguien conocido: “Salió a verse con alguien que llegó y bajó a abrirle, y se metieron: por eso subieron el volumen de la tele y se llevaron su arma”.
El caso
Licenciado en Relaciones Públicas, Octavio dominaba el inglés y el portugués, y tenía a su cargo a toda su familia oriunda de Curuzú Cuatiá, Corrientes. Tenía un futuro brillante… Y quedó trunco aquel 11 de junio de 2011.
Ese sábado por la noche, una década atrás, el departamento de Retiro donde vivía con su pareja quedó sin llave, con todas las luces encendidas y el televisor con el volumen muy alto.
El saco de pana que llevaba ese sábado Octavio, cuando Gersbach se despidió para irse a trabajar con su taxi, estaba tirado en un sillón.
Octavio no fue al cumpleaños en Parque Centenario al que había sido invitado. Incluso había comprado bebidas para llevar y quedaron en el departamento. Tampoco volvió a contestar su celular. Fue entonces que se dispararon las alertas.
Lo buscaron por todos lados durante cinco días, hasta que el 17 de junio su cadáver apareció flotando en el Río de la Plata.
Mientras Gersbach declaraba ante la Policía, el cuerpo de Romero fue hallado por un lanchero del Club Naútico Belgrano: estaba desnudo, golpeado y los estudios complementarios de la autopsia determinaron que había sido arrojado al agua sin vida.
Octavio murió a causa de un “traumatismo de cráneo producido por un golpe con un objeto duro y romo”. Tenía 2,06 gramos por litro de alcohol en sangre y su pareja siempre planteó que él no tomaba alcohol: no se cansó de sostenerlo
Diez años después, está cada vez más convencido todavía de su hipótesis: “No tengo dudas, antes y después de ese informe anónimo, siempre pensé que había alguien de Prefectura involucrado”.
Y concluyó: “Cuando se cumple esta fecha, la cabeza me trabaja y aparecen fotos, e imágenes. Por suerte, recibo mucho amor de todos los que aparecen para esta época y eso es hermoso”.