Ir al jardín implica para el niño salir al mundo, vincularse con sus pares, desarrollar aptitudes y mejorar los puntos de partida para la escuela primaria, señalaron especialistas consultados por LA NACION, que en su mayoría coincidieron en que a los 3 años los chicos están en una edad recomendable para comenzar la escuela.
“Los chicos que han asistido por los menos dos años al jardín de infantes tienen mejor rendimiento en la primaria, porque les aporta la relación con otros chicos y porque están con adultos dedicados a enriquecer sus experiencias. Un buen jardín debería ser siempre ventajoso”, dijo a LA NACION Diana Jarvis de Oteiza, maestra jardinera y directora del programa de mejora para el nivel inicial de la Universidad de San Andrés.
Sylvia Rasenack es mamá de Iván, que al cumplir un año empezó a asistir al jardín maternal. “Lo envié por consejo de unas amigas maestras jardineras y la experiencia fue muy buena”, contó Sylvia, que averiguó mucho antes de elegir una institución que le asegurase el cuidado y un seguimiento adecuado de su hijo.
Iván ahora tiene tres años y su mamá contó que le encanta ir al jardín: “A la mañana se despierta y me pide ir. Dudo que yo hubiera podido enseñarle todo lo que le enseñaron en el jardín”, consideró Sylvia, que destacó que la escuela también hace que su hijo esté menos tiempo mirando televisión, además de que le permite tener amigos para jugar y hacer actividad física.
Más que un ámbito de juego
Claudia García es directora del nivel inicial y primario del colegio Cardenal Copello, del barrio porteño de Villa Devoto, y opinó que el nivel inicial es mucho más que un ámbito para que el niño se encuentre con sus pares y juegue. “Es en las edades tempranas cuando el desarrollo de las habilidades y destrezas deben ser incentivadas para el logro de las capacidades plenas que luego serán las bases de los futuros aprendizajes”, consideró.
En el mismo sentido opinó Nélida Eugenia Puebla, directora del área de educación inicial del gobierno porteño: “La etapa que va entre los 3 y los 5 años es básica para el desarrollo de la personalidad de los chicos. Sería importante que se cumpliera este ciclo escolar. Es evidente que el niño que cursó el jardín está mejor preparado para su escolaridad posterior”.
En el país, la sala de 5 años es obligatoria y la ley de educación nacional establece que el Estado debe garantizar la oferta de salas de 4 años. Los especialistas coinciden en que la sala de 4 años debería ser también obligatoria y estimaron que lo ideal sería que los chicos iniciaran el jardín a los 3.
El proyecto de ley de educación de la provincia de Buenos Aires, que se presentará oficialmente mañana, establece la obligatoriedad de la sala de 4 años. “Consideramos urgente garantizar su acceso a los niños que requieren contar con espacios de aprendizaje, alfabetización y socialización, sobre todo para los sectores más desfavorecidos”, explicó Patricia Redondo, directora provincial de educación inicial. Para la funcionaria, es central “expandir la cobertura para que los chicos amplíen sus repertorios culturales” y estimó que la educación inicial tiene un gran desafío frente a la pobreza para asegurarles el tiempo de la infancia.
Desde una visión psicoanalítica, Alejandra Marroquín, integrante del Centro Dos, explicó que la escuela continúa la tarea que inician los padres, aunque es importante que estén preparados ambos para empezar a transitar esa etapa. “Entre los 2 y los 3 años el chico tiene fuerte interés por estar con otros, por salir de los privado familiar. Pero cada chico es un caso particular”, dijo la especialista.
El jardín del colegio Cardenal Copello tiene salas a partir de los 3 años. “La matrícula crece año tras año. Tenemos pedidos de los padres para que abramos sala de 2 años. A esta altura del año ya tenemos muy cubiertas las vacantes para jardín del próximo año”, comentó Griselda Trico, vicedirectora del nivel inicial, que destacó que la mayoría de los chicos ya llegan con la experiencia de sala de 2.
Tobías tiene 3 años y contó a este diario que le gusta jugar e ir al jardín y todo lo que allí hace, como “una actividad de números con dados”, especificó para luego mencionar con entusiasmo a sus amigos.
Por Laura Casanovas
De la Redacción de LA NACION