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Respuesta a las declaraciones por la campaña #12diputados

Compartimos una reflexión de Gustavo Maurino, co-Director de ACIJ, sobre las declaraciones del Senado de la Nación y el Diputado Agustín Rossi en relación a la campaña #12diputados y nuestro entendimiento de la democracia.

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Más información:
  • Información sobre la reforma judicial y la campaña de ACIJ (clic aquí)
  • Respuesta de ACIJ al Senado de la Nación (clic aquí)
  • Ver versión de respuesta de ACIJ en el diario Página 12 del 11/05 (clic aquí)
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Democracia, participación ciudadana y rendición de cuentas

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Por Gustavo Maurino

El 24 de abril la Cámara de Senadores emitió una declaración pública relativa a la campaña “12 Diputados”, impulsada por diversas ONGs, entre ellas A.C.I.J., calificándola de “antidemocrática” y “extorsiva” (ver declaración). En igual sentido, se manifestó el Diputado Agustín Rossi en una nota de opinión nota publicada en el diario Página 12 el 29 de abril, en la que también la asemejó “al accionar de grupos fascistas” (ver nota).

La campaña promovía que las personas interesadas, y que compartían una visión crítica de tres de los seis proyectos en tratamiento, firmaran una petición que se enviaba por mail a los 12 Diputados cuyo voto resultaba circunstancialmente clave en el contexto del juego parlamentario, para que votaran en contra de tales proyectos.

Las duras afirmaciones del Senado y del DiputadoRossi nos duelen, nos lastiman y nos desaniman profundamente. Descontamos que no es esa la intención de sus discursos, pero no podemos dejar de decir que sí ha sido su resultado.

Su investidura y el efecto potencialmente silenciador de sus dichos demanda sobreponernos a la tristeza y seguir conversando, con la esperanza firme de comprender mejor los desacuerdos. Sin esa esperanza la conversación pública no tiene sentido.

Hay ciertos errores en el encuadre que ambos realizan.

La “cara” de los diputados cuya exposición se cuestiona está –como corresponde- en la página web de la Cámara, junto con su mail y su teléfono, y deben ser conocidas por todos. También está en los afiches preelectorales, habitualmente.

De ningún modo la campaña podría considerarse extorsiva o tendiente a presionar indebidamente a nadie; sino a promover que los interesados pidan a diputados claves que votaran en contra de tres proyectos. La habilitación ciudadana de canales de petición pública, frente a leyes que todos hemos considerado trascendentes no debería ofender a nuestros legisladores. Al contrario, es lo menos que podemos hacer cuando algo que entendemos muy importante para nosotros se trata en nuestro Congreso.

Las ONGs participantes elaboramos además documentos de análisis y folletos explicativos que pusimos al alcance de todos, y participamos con nuestro mejor esfuerzo de los debates de comisión en ambas cámaras cuando fuimos invitados.

Toda la iniciativa nos llenó de orgullo democrático.

¿Cómo puede ser entonces que desde A.C.I.J. sintamos este orgullo y nuestros representantes –cuyo compromiso democrático es también obvio- entiendan a nuestro comportamiento como “antidemocrático”?

El desencuentro reside, tal vez, en que tenemos visiones diferentes sobre el valor de la democracia y el tipo de prácticas que la realizan o la dañan.

Debemos aclararlo: entendemos a la democracia desde una perspectiva “constitucional” y “deliberativa”; identificamos que ella se realiza cuando las leyes se sancionan mediante procedimientos robustos de participación, inclusión y discusión, en los que los intereses y razones de todos los afectados sean considerados con igual respeto. Una decisión genuinamente democrática no es la que transmite mecánicamente intereses de la mayoría o la opinión aislada de los representantes, sino aquélla que podemos considerar como “nuestra” por haber resultado de la consideración imparcial de todos los puntos de vista existentes en la ciudadanía.

En ese marco, entendemos a la representación parlamentaria como una intermediación entre nosotros, los ciudadanos, a la que acudimos para organizar e institucionalizar nuestras discusiones. Las discusiones y las leyes son nuestras, no de nuestros representantes, a ellos les confiamos representar y encauzar la pluralidad conflictiva de intereses que anidan en nuestra sociedad.

La representación parlamentaria requiere de prácticas que aseguren el continuo contacto e intercambio entre representantes y representados, y una intensa dinámica de rendición de cuentas.

El aislamiento de los representantes durante sus funciones públicas, agravado por el mantenimiento de un sistema de listas sabanas pese a los insistentes reclamos ciudadanos para modificarlo, así como la reducción de la rendición de cuentas exclusivamente a los momentos electorales transforma las prácticas políticas en dinámicas delegativas, elitistas y corporativas que frustran el ideal democrático deliberativo.

Son nuestras vidas y derechos los que se discuten cuando el Congreso discute. La democracia –como la entendemos- permite y demanda que nos involucremos como ciudadanos, que tratemos de convencer a nuestros congresistas sobre lo que creemos correcto y tratemos de que reflejen nuestros puntos de vista. Especialmente aquellos representantes que circunstancialmente pueden hacer una diferencia clave, como era evidente en el caso de los 12 diputados (quienes en ocasiones votan junto al oficialismo y en ocasiones junto a la oposición).

En una democracia valiosa es fundamental el ejercicio del derecho a peticionar a la autoridades, para que la política no aliene a la ciudadanía. Quienes han decidido dedicar su vida a ejercer la representación popular y han tenido éxito en ser elegidos, deben asumir –y no evadir- las cargas que este privilegio único demanda, si queremos enorgullecernos de vivir en un sistema político en el que todos somos parte.

La campaña cuestionada fue una ejemplar iniciativa de compromiso y participación cívicos, de cercanía con nuestros/as representantes, de petición a las autoridades sobre asuntos de la mayor importancia, y de solicitud de rendición de cuentas sobre su ejercicio de la representación encomendada. Haber facilitado a la ciudadanía un canal para que puedan hablarle directamente a nuestros/as Diputados/as es el mérito de la campaña, y no su disvalor.

La mejor democracia que podamos construir requiere del fortalecimiento de las instancias deliberativas, requiere de la cercanía y la interacción continua, abierta, profunda, entre los/as ciudadanos, y entre éstos y sus representantes políticos.

Confiamos en que en el futuro iniciativas como éstas sean parte del paisaje cotidiano de nuestra Democracia, y no produzcan temor ni repudio por parte de nuestros/as representantes, sino que puedan sean celebradas, aprovechadas e incluso impulsadas por éstos.