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Mirada desde Londres al sistema educativo de nuestro país (BBC)

Casi 9 millones y medio de chicos comenzaron las clases este mes en Argentina. De ellos, 850 mil pisaron una escuela por primera vez.
La crisis argentina tuvo su repercusión en el sistema educativo.
Tras el estallido de la crisis económica a finales del 2001, la educación, como tantas otros aspectos de la vida de los argentinos, sufrió un golpe importante.
“Después de la crisis, mucha más gente se hizo pobre”, comentó a BBC Mundo Nuria Becu, especialista en temas de educación de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, ACIJ.
“A partir de ese momento, hubo más presión matricular, menos respuesta del Estado y, algo que es importante, las escuelas pasaron a tener una función no solamente educadora, sino contenedora de la situación social”, agregó Becu.
Sin embargo, tras la crisis, las cosas aparentamente comenzaron a cambiar algo. Este año, el gobierno destinó unos US$2.200 millones al presupuesto de educación, 500 millones más que el año pasado.
Según Laura Serra, funcionaria de Educar, el portal educativo del Estado Argentino, si bien quedan muchos problemas por resolver, desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia del país, en 2003, la calidad educativa en Argentina ha venido mejorando.
“Se ha trabajado mucho en buscar criterios de medición que ayuden a saber dónde estamos parados, y este ministerio (de Educación) ha hecho mucho énfasis en eso, para subir un nivel en la calidad de la educación”, señaló Serra a la BBC.
Para Nuria Becu, sin embargo, el sistema educativo argentino todavía tiene graves problemas.
Uno de los obstáculos es que el sistema educativo “contribuye a incrementar las desigualdades existentes en la sociedad, contrariamente a lo que se piensa que debería ser un sistema educativo”.
Esto puede comprobarse, continúa Becu, analizando los indicadores educativos en los diferentes distritos escolares de Buenos Aires: “Los peores están en las zonas pobres”.
“Nosotros, en la Argentina, hemos tenido una gran educación, y la hemos rifado. Nuestra principal opción y desafío en este momento es reconstruir una educación de calidad eficiente, que cumpla una serie de requisitos necesarios para que el joven quede en condiciones de asumir su vida”, señaló a la BBC Horacio Sanguineti, rector del Colegio Nacional Buenos Aires, uno de los colegios públicos más prestigiosos del país.
El Nacional Buenos Aires es un caso especial. No sólo el edificio del colegio es imponente, los profesores son considerados de primera calidad y los alumnos pueden elegir entre una amplia variedad de actividades extracurriculares para realizar durante el día.
Uno habla con los alumnos y, a pesar de su corta edad, enseguida se observa su buen manejo del lenguaje y su alto nivel cultural. Sin embargo, no son ajenos a la realidad que se vive en el resto del país.

“Hay mucha falta de capacitación docente. Los docentes están mal pagos, con lo que no podés exigir mucha educación y todo el sistema educativo en general está muy debilitado”, comentó Amelia, una estudiante de 18 años.
Más aún, a mayoría de las escuelas públicas en Argentina están lejos del Nacional Buenos Aires.
En el barrio de Retiro funciona la escuela número 25. La gran mayoría de los chicos que vienen a esta escuela viven en la Villa 31, un asentamiento de casas precarias junto a las vías del tren.
Hasta hace poco, aquí funcionaban las llamadas “aulas container”, que como su nombre lo indica, eran containers que en vez de albergar mercadería servían de aula.
Los containers, al menos en esta escuela, ya no están, pero la infraestructura del lugar deja mucho que desear. Baños precarios, un patio de baldosas rotas, aulas con demasiados alumnos, son algunos de los problemas que enfrenta este establecimiento.
“Tenemos tres secciones de cada grado. Más grande no podemos ser. Tenemos 500 chicos en el comedor. Necesitamos la infraestructura necesaria para eso. Tenemos que tener las aulas para que todos tengan las mismas oportunidades de tener su clase de música con su piano, su taller de tecnología con las mesas correspondientes… Eso no lo tenemos”, dijo a la BBC Elena Schwartzer, directora de la escuela.
Hoy en día, al contrario de lo que sucedía veinte años atrás, la gran mayoría de los argentinos prefiere enviar sus hijos a colegios privados, si pueden afrontar el gasto.
Pero la caída en el nivel de educación en Argentina no sólo se debió a la crisis económica. Casi todos los expertos concuerdan que la legislación sancionada desde el Estado también tuvo parte de la culpa.
“Tenemos 24 jurisdicciones (a nivel nacional) y hoy hay cerca de 54 sistemas educativos, que hace muy difícil que los sistemas se entiendan entre sí y esto hace que los recursos no puedan ser usados del todo eficientemente”, comentó Laura Serra, de Educar.
Sin embargo, para Nuria Becu, de ACIJ, el mayor problema y el desafío a superar, va mucho más allá de la ineficiencia del sistema educativo.
“Hay que tratar a todos los individuos como iguales. Y esto a veces significa darles más a quienes menos tienen. Los principios que deben regir la distribución de bienes y recursos educativos tienen que considerar especialmente este tema. Sobretodo porque la educación debería ser lo que alguna vez fue: un lugar que distribuye las cargas de los ciudadanos, no que las incrementa”.