ACIJ / Prensa

Los signos de desigualdad se potencian en las aulas porteñas

Una organización denuncia profundas diferencias en las escuelas de las zonas norte y sur

Por Cynthia Palacios

Pocas vacantes, menos escuelas, falta de aulas o aulas superpobladas, menos espacios para actividades de recreación. Todo depende del costado del mapa donde uno se pare. Norte o Sur. Ricos o pobres. La calidad de la educación pública que reciben los chicos porteños parece depender de una cuestión geográfica.

Con el propósito de evaluar si el Estado respeta los parámetros de igualdad y si presta especial atención a los más desfavorecidos, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) realizó un relevamiento de diferentes aspectos de la política educativa porteña.

Las conclusiones dan pena. “La educación es una herramienta históricamente igualadora y la ciudad asume obligaciones constitucionales en materia de igualdad. El Estado gastó menos de lo que tenía asignado para resolver problemas educativos y el gasto fue discriminatorio”, lamentó la coordinadora del programa Igualdad Educativa de la ACIJ, Nuria Becú, en diálogo con La Nacion.

Las condiciones de infraestructura presentan serios problemas: pocas aulas o aulas muy pequeñas, falta de espacios adecuados para la recreación o para dictar materias especiales y carencia de un lugar para el comedor. “Los alumnos comen en las aulas, en los pasillos, en el salón de actos o en el gimnasio. Además, en varias escuelas el comedor es muy chico y los alumnos comen en turnos, y hay veces que pierden horas de clase”, consigna el informe de ACIJ.

Por ejemplo, en la Escuela N° 12 de Nueva Pompeya, el comedor funciona en el patio cubierto, que es el salón de actos. Todos los días, arman y desarman el comedor para cada turno. En la Escuela N° 4 del mismo barrio, los chicos comen en las aulas mientras el personal de mantenimiento realiza la limpieza.

Hay más casos. La Escuela N° 10 de La Boca era un colegio para siete grados, pero se hicieron 14: hay aulas hasta en los pasillos. En el otro extremo, en la Escuela N° 18 de Congreso cada año sobran más vacantes y hay tres aulas que se usan de noche y de día están vacías.

Trato desigual

 “El informe es el resultado de un proceso de investigación e incidencia pública que duró tres años y procura investigar cómo trata el Estado a los sectores más pobres en materia de educación”, puntualizó Becú.

 “La evaluación mostró que el Estado no respeta sus compromisos en materia de igualdad educativa y profundiza las desigualdades de origen de las personas”, afirma el estudio. Este trato desigual fue evaluado en dos categorías: el tratamiento discriminatorio hacia los más humildes y el impacto desigual de las políticas educativas.

 En la primera de las clasificaciones, la asociación denuncia las desventajas en el acceso a la educación, como la falta de vacantes en el nivel inicial. “En 2008, unos 8000 chicos de 45 días a cinco años no pudieron acceder a la educación por falta de cupos”, dice el informe.

En materia de mantenimiento edilicio, equipamiento y material didáctico, los distritos más pobres reciben menos dinero por alumno. Y cada profesional de los Equipos de Orientación Escolar tiene que ocuparse de más cantidad de chicos en los distritos más pobres que en los ricos. “Los profesionales de la zona sur atienden los distritos con mayor población escolar y con mayores problemáticas socioeducativas y dificultades de aprendizaje”, señala el estudio.

 El hacinamiento y la cantidad de alumnos por docente son problemas que también refleja el informe. Un niño de Villa Lugano que asiste a una escuela pública tiene un 75% de probabilidades de asistir a un aula cuya excesiva cantidad de alumnos no permite mantener una relación pedagógica normal, mientras que el índice es apenas del 3% para un alumno que asiste a una escuela de Villa Urquiza, Belgrano o Núñez.

En términos presupuestarios, el relevamiento determina que “todos los distritos escolares de la ciudad registran porcentajes más altos de ejecución que los cinco distritos más pobres”. El promedio de ejecución en infraestructura para el período 2001-2006 fue del 32,6% en las zonas pobres y del 41,2% en el resto.

 La calidad educativa también tiene sus diferencias. “La falta de una política que incentive a los docentes a que elijan las escuelas más desfavorecidas profundiza las desigualdades educativas”, dice el estudio. Así, en las zonas más pobres, donde los alumnos presentan peores condiciones socioeconómicas y tienen mayores problemas de aprendizaje, trabajan los docentes que obtuvieron la peor calificación y se presentan los mayores índices de vacantes y suplencias docentes.

Diferencias

 Norte vs. Sur. En los distritos del Sur habita la población más pobre y se registran los peores índices de acceso a la vivienda, a la cobertura de salud y a los servicios sanitarios. Y se presentan los niveles más bajos de escolarización. Son las zonas con más chicos matriculados en el sistema estatal y donde se registran los peores indicadores de rendimiento académico.

 Menos vacantes. Los datos oficiales muestran que la cantidad de chicos sin poder ingresar en el sistema educativo aumentan año tras año. Muchos son reubicados en escuelas de otros barrios.

 Tipo de oferta. Los distritos más pobres tienen menos escuelas de jornada completa. También son los que cuentan con menos aulas, menos espacios para la recreación y para los comedores.

 Sin datos. Las dificultades para acceder a la información fueron el primer tropiezo de los investigadores. “Hoy la ciudad de Buenos Aires no releva mucha información, no se sabe cuántos chicos no tienen vacantes o las condiciones de estudio. No tenemos datos sobre la superpoblación y el hacinamiento ?subrayó la coordinadora del programa Igualdad Educativa, de la ACIJ, Nuria Becú?. Iniciamos y ganamos varios juicios por acceso a la información.”

La Nación