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La última denuncia de Garrido (Crítica)

Manuel Garrido renunció en forma sorpresiva a la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas (FIA), el organismo dedicado a perseguir penalmente los delitos de corrupción de los funcionarios públicos. El fiscal tomó la decisión cuatro meses después de que el procurador general de la Nación, Esteban Righi, firmara la resolución 147 que acotó las facultades de la fiscalía. En un escrito de veintiún páginas redactado en castellano y en inglés –que será enviado al procurador y a todos los organismos anticorrupción del mundo–, Garrido argumentó que la resolución del procurador condenó a “la FIA a un rol casi intrascendente” y destaca que no puede seguir en el cargo por estar “acotado en mis funciones”.

Según el texto de su renuncia, al que accedió este diario, el fiscal se mantuvo en su puesto hasta ayer para terminar algunas investigaciones importantes que no quería dejar pendientes. Uno de esos casos es la reciente denuncia contra el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, por el uso de aviones privados solventados por empresas del grupo Cirigliano para viajes personales.

En sus cinco años como fiscal anticorrupción, Garrido impulsó causas contra muchos funcionarios del gobierno kirchnerista: investigó el enriquecimiento ilícito del matrimonio Kirchner, la manipulación del INDEC y la bolsa de Felisa Miceli, entre otras decenas de causas.

El conflicto con el jefe de los fiscales comenzó el 6 de noviembre del año pasado cuando Righi decidió, mediante una polémica resolución, poner límites al accionar del fiscal. Esa decisión le arrebató a la FIA la atribución de intervenir en forma directa en expedientes iniciados por denuncias de terceros. Hasta entonces, Garrido podía realizar investigaciones preliminares y además intervenir en causas que no hubiera impulsado él mismo. Por otra parte, en el caso de denuncias hechas por el organismo, Righi apuntó que el fiscal sólo podría asumir la acción penal cuando el fiscal natural del caso decidiera no continuar la acción.

Desde entonces, los choques fueron permanentes. En su primera apelación en un expediente después de “la 147”, Garrido presentó un escrito diciendo que no sabía si tenía facultades para actuar en una causa por enriquecimiento ilícito contra el ex secretario de Finanzas, Daniel Marx. La respuesta del procurador fue poco sutil y también en papel: le recomendó que deje de “realizar campañas de promoción personal de su rol en la lucha contra la corrupción”.

“No puedo mantenerme en mi puesto si estoy acotado en mis funciones”, explicó anoche Garrido a este diario. En su renuncia, el fiscal contrapone las disposiciones de la resolución 147 con un listado de argumentos legales y antecedentes jurídicos sobre la potestad y la relevancia de la FIA. Además, enfrenta a Righi con sus propias palabras cuando el mismo procurador defendió el accionar de la FIA en un documento titulado “Apuntes sobre el sistema judicial” en donde reconocía que “en los últimos años, con la designación de un nuevo titular fueron efectuadas importantes modificaciones tendientes a modernizar la gestión del organismo”.

Garrido considera que no hay retorno de esa medida: “El cambio de rumbo que ahora se viene a consagrar deja mi gestión al garete condenando a la FIA a un rol casi intrascendente que no condice con las capacidades que se la dotó a costa de los contribuyentes”. Su cargo, al que accedió por concurso, le permitía seguir los pasos de operaciones sospechosas de funcionarios nacionales. “Está claro que la corrupción –dice su renuncia– es un fenómeno que se da en mayor o menos medida en todos los países pero lamentablemente el nuestro se destaca por la impunidad casi absoluta de ese fenómeno y la falta de decisión y seriedad para hacerle frente.”

“Pido disculpas por no poder superar ya más este cansancio de correr en la dirección contraria”, escribió Garrido en la última línea de su renuncia.

Cigarrillos y Coca light

Abogado, de 45 años, Manuel Garrido es especialista en investigaciones sobre el control del Estado. En 2000 ingresó a la Oficina Anticorrupción, y tres años más tarde llegó a dirigir ese organismo. En 2005 saltó de la OA a la Fiscalía de Investigaciones Administrativas luego de ganar un concurso.

Su nombre se hizo conocido por haber dado impulso a investigaciones como la del caso Skanska; el uso impropio de aviones por parte del secretario de Transporte, Ricardo Jaime; el presunto enriquecimiento ilícito de los Kirchner; el pago irregular de 54 millones por parte del Ministerio de Economía; las irregularidades del tendido eléctrico de Santa Cruz; la denuncia contra Felisa Miceli por la bolsa de dinero encontrada en su baño y la manipulación de los índices del INDEC, entre otras.

Garrido dejará su oficina y se llevará a cuestas sus infaltables cigarrillos y su provisión de coca light. Para los próximos días tiene planeado un viaje por el exterior.

OPINIÓN

Es preocupante
Laura Alonso (Directora de Poder Ciudadano)

La renuncia de Manuel Garrido es una situación lamentable y preocupante. A pesar de ello, nosotros siempre miramos al futuro. Tratamos de que haya transparencia en el nombramiento de los fiscales y de analizar los antecedentes de los candidatos propuestos por el Poder Ejecutivo. Pedimos la apertura de estos procesos a la ciudadanía y el tratamiento de las sugerencias y recomendaciones de la población.

El candidato a ocupar el cargo de Garrido va a ser un indicador del interés del Gobierno por fortalecer o por destruir la Fiscalía. Estamos en un punto de inflexión respecto de la posición que el Ejecutivo asumirá contra los casos de corrupción. Esperamos que se respeten y se cumplan los mandatos de las convenciones internacionales de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, garantizando los principios de independencia y autonomía de la fiscalía.

No agachó la cabeza
Ricardo Monner Sans (Abogado, constitucionalista)

Manuel Garrido me acompañó en “el patrimonio del matrimonio”, aquella acción que promoví el 2 de febrero de 2008 por presunto enriquecimiento ilícito de Néstor y Cristina Kirchner, derribando la postura del juez Rodolfo Canicoba Corral.

No me olvido de su entredicho con el procurador general de la Nación, Esteban Righi, y de la postura de este último pretendiendo cercenarle las facultades. En la opinión pública, junto con el presidente de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy, quedó instalado que era uno de los pocos funcionarios que no agachaban la cabeza frente al poder político.

Entre un Consejo de la Magistratura donde domina el oficialismo y un claro temor instalado en los Tribunales respecto del matrimonio presidencial, Garrido quiso tener un perfil diferente.

En su lugar, yo no hubiera renunciado.

Una pérdida
Luis Villanueva (Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ))

La decisión de Manuel Garrido significa una pérdida para el sistema institucional argentino. En caso de que su renuncia se haya debido a presiones, es inevitable pensar cuán graves son las razones para que una persona como él renuncie a su tarea.

Lo deseable es que Garrido se hubiera quedado, sobre todo porque ha hecho un gran trabajo en la Fiscalía. Lo cierto es que no ha contado con todo el apoyo que debería haber tenido desde lo institucional.

También se podría pensar que su renuncia es una oportunidad para que se realice un proceso transparente y se repita una selección como la de Garrido.

Su renuncia es un mensaje que trasciende su situación personal, porque si se fue por presiones, es un mal mensaje para toda la sociedad. Eso significaría que las personas honestas y capacitadas se van vencidas por un sistema.

Crítica