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Entre escombros de la Bagdad porteña (Página/12)

Más de 250 familias del barrio Fátima de Villa 3 –Villa Soldati– viven desde hace un mes en condiciones habitacionales deplorables, debido a la demolición de alrededor de medio centenar de viviendas con el objetivo de urbanizar la zona. “En noviembre de 2007 comienza una operatoria del Instituto de la Vivienda (IVC), para realizar un proyecto de uso público en el tercio central de la manzana 5. Las familias que vivían en el lugar serían las beneficiarias de 340 viviendas, que fueron construidas a estrenar. Pero, a medida que se fueron adjudicando las viviendas, empezaron a derrumbar las viejas casillas”, sostuvo Cecilia Calderón, abogada de la Asociación Civil por la Hermandad y la Justicia (ACIJ), una de las entidades que apoyan los reclamos de los vecinos. Al demoler las viviendas, arrasaron con medianeras dejando a los vecinos que aún permanecerán mitad en la Villa 3, mitad en Kosovo. Además, cerca de 50 familias residentes en el espacio del proyecto no lograron aún que el gobierno porteño les adjudique una nueva vivienda, y corren el serio riesgo de ser mudados a Bagdad.

No es Bagdad, es la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, el espacio se asemeja a una zona de conflicto bélico. Los estrechos pasillos que describen la vulnerable geografía de la Villa 3 hace un mes empezaron a ensancharse producto de demoliciones realizadas por el gobierno porteño. Los hijos de Verónica, una vecina del barrio, parecen acostumbrados a jugar sobre los escombros, los vidrios y la basura que están desparramados por doquier. “Es un desastre. Las paredes de mi casa, por ejemplo, están por derrumbarse, se mueven todo el tiempo, como si fueran una hoja”, aseguró con tristeza Verónica, una de las supuestas beneficiarias del plan, que aún no fue mudada. Las canillas rotas por los derrumbes gotean formando enormes charcos sobre los escombros, donde perros, moscas y algunos niños se refrescan del calor. “Con las demoliciones hay el doble de bichos que los que teníamos antes. Las ratas y las cucarachas son gigantes. También el olor de las cloacas tapadas dan ganas de vomitar y, si llega a llover, las pestes y el agua nos van a tapar.”

Además de la precariedad edilicia e higiénica en la cual sobreviven los vecinos, en el barrio Fátima se padecen otras penurias. “En tu casa te pueden entrar ladrones por arriba, por el costado, por todos lados, porque cuando a una familia se le da la vivienda nueva inmediatamente le destruyen la casa vieja, y no les importa el agujero que te dejan y la gente que se te mete por ahí”, sostiene Elsa, que perdió parte del techo de su casa cuando demolieron la casilla que estaba arriba. Según Nercio, uno de los primeros integrantes de la villa desde su (re)construcción en los ’80, “también mucha gente está perdiendo el trabajo, porque si te vas mucho tiempo, te roban lo poco que tenés”.

La manzana se encuentra plagada de precarias viviendas, que a primera vista parecería que recién empiezan a construirlas. Sin embargo, son casas que han sido demolidas en parte o que se han visto afectadas por la destrucción total de la vivienda lindera. Hay habitaciones derrumbadas en medio de casas que están aún en pie, casillas con tres paredes porque se demolió la medianera que compartía con casas vecinas, cables eléctricos tirados y canillas rotas dentro y fuera de las viviendas. Sin embargo, la terrible situación habitacional del barrio podría haberse evitado. Según Calderón, “es terrible que los trabajos de derrumbe los esté haciendo gente que no está capacitada para eso. Son vecinos del barrio y no hay ningún tipo de coordinación, monitoreo o presencia de ninguno de los organismos responsables de este procedimiento”.

Por otro lado, la situación habitacional de los vecinos de la Villa 3 es todavía más angustiante. El viernes 31 de octubre, el Instituto de la Vivienda dio por finalizada la operatoria de inscripción para los beneficiarios de los nuevos departamentos. Natalia Belmont, otra de las abogadas que desde la organización civil Enlace Cual Derecho intenta mejorar las condiciones de los habitantes del barrio, aseguró que los vecinos se enteraron del cierre de las inscripciones “cuando fuimos nosotras a llevarles a las autoridades del IVC una lista con las familias que todavía están sin vivienda, pero que ya han salido adjudicadas como beneficiarias. Nadie les informó a los vecinos y lo peor es que la gente que está sin solución habitacional ya no puede hacer nada”. Para colmo, según lo relatado por los vecinos y luego confirmado por Belmont, “otro dato importante es que se cierra la operatoria habiendo 120 departamentos nuevos que todavía no se adjudicaron. O sea, se les cierra la posibilidad de solución a las familias que aún no tienen viviendas, habiendo departamentos sin adjudicar”. En definitiva, Elsa es quien mejor describe el panorama actual del proceso de urbanización porteño realizado en la Villa 3: “Mucho censo, mucho recibo de sueldo, declaraciones juradas y ahora nos quedamos bajo los escombros”.

Por Mariana Seghezzo.

Página/12