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El Congreso le declaró una guerra sigilosa a la Auditoría (Clarín)

Esto último sucede por estos días en el Congreso: la disputa es entre la Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas de la Administración (“la Mixta”, en la jerga parlamentaria) y la Auditoría General de la Nación (AGN), que depende del propio Congreso y de esa Comisión bicameral.
El motivo: los legisladores oficialistas creyeron ver en la denuncia que hizo una ONG contra “la Mixta” la mano oculta del titular de la AGN, el radical Leandro Despouy. Y entonces decidieron contraatacar, en una batalla entre bambalinas que nadie sabe dónde terminará.
Enviaron a Despouy dos notas: en una, con el argumento del aumento presupuestario que solicitó la AGN (pidió el 26%, para pagar los aumentos salariales y pasar 80 contratados a planta permanente), los ocho peronistas y cuatro radicales de “la Mixta” pidieron saber qué hizo la AGN con las donaciones del Banco Mundial y el BIRF, la cantidad de personal, el detalle del equipamiento informático, y el “estado de situación” de todas las auditorías desde 2001.
Otro senador, el kirchnerista santacruceño Nicolás Fernández, fue más directo: le pidió a Despouy que diga cuántos viajes al exterior hizo él en su condición de relator de la ONU, si pide licencia cuando se va, y cuánto gasta en llamadas internacionales vinculadas a su trabajo en Naciones Unidas.
Así, la teoría conspirativa fue llevada al extremo: desde “la Mixta” se lanzaron a “investigar” a Despouy. “¡Acá está la prueba!”, soltó Lamberto, y arrojó sobre la mesa una información bajada de Internet, de 2005, con fotos donde estaban Despouy y Martín Bömer (titular de la ONG), durante un seminario titulado “el control del Gobierno en la agenda pública”, auspiciado por la Fundación alemana Friedrich Ebert y la Embajada británica en Buenos Aires. Otros expositores eran el ex diputado José Vittar y el periodista Daniel Santoro.
La ONG es la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (organizadora de aquel seminario), que denunció la semana pasada la presunta “falsificación” de al menos 17 de las 69 actas de la comisión entre 2004 y 2005: varios legisladores aparecían como “presentes” cuando en realidad en esa fecha estaban fuera del país.
El juez Norberto Oyarbide dictaminó que no hubo delito y rápidamente sobreseyó a todos. En realidad, la falla es una irregularidad en las formas, porque los dictámenes de las comisiones no tienen fuerza legal hasta que no se votan en el recinto. Allí, el pleno de las cámaras puede aprobarlos, reformarlos o rechazarlos.
Pero el vicio formal descubierto provocó más de un dolor de cabeza entre los legisladores, en especial en el presidente de “la Mixta”, Oscar Lamberto: “¡No voy a perder mi prestigio por esta estupidez!”, exclamó.
En realidad, el enfrentamiento no es nuevo: los kirchneristas suelen acusar al jefe de la Auditoría de “sobreactuar” denuncias que, al final, no quedan en nada. Despouy llegó a ver las notas de “la Mixta” antes de partir a Ginebra, Suiza, para una relatoría sobre la situación de los presos en Guantánamo. Cuando regrese, se verá cómo sigue la guerra silenciosa.