ACIJ / Sin categoría

De Narváez, el candidato de la campaña millonaria (La Nación)

Los carteles se suceden, uno detrás del otro. Dos, tres, ocho, quince? En los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires, en las calles de la provincia y de la Capital, el rostro de Francisco de Narváez se torna omnipresente.

Dueño de una billetera en apariencia ilimitada y con la convicción de que una victoria frente a Néstor Kirchner en las elecciones legislativas lo ungirá como el nuevo jefe del peronismo bonaerense, De Narváez ya gastó muchos millones en una campaña publicitaria que, por ley, sólo debería comenzar un mes antes de los comicios.

Como se anticipó a ese período, esa parte de sus gastos de campaña no será alcanzada por los controles legales. Las auditorías que hace la Justicia para verificar si se respetan los límites de gastos por agrupación, de unos $ 15 millones para las elecciones bonaerenses, y los montos máximos de aportes por persona, fijados en $ 306.264, sólo alcanzan al plazo formal de la campaña. Unicamente en publicidad en la vía pública de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, la inversión superó los $ 4,4 millones en lo que va de este año, según cálculos sobre precios brutos de mercado de Alberto Scopesi y Cía., la empresa de auditoría que convocó la Cámara Nacional Electoral para que relevara los gastos del sector en las elecciones de 2007.

De acuerdo con esos datos, entre enero y abril de este año, el candidato de Unión Pro acaparó el 77% de los gastos que hicieron en cartelería todos los políticos en la Capital y el Gran Buenos Aires. Según otros cálculos del mercado, sólo por los carteles gigantes ubicados en la autopista Buenos Aires-La Plata, De Narváez desembolsa alrededor de $ 100.000 al mes.

Sus gastos son mucho mayores si se tiene en cuenta que los avisos de radio y televisión son el insumo más caro de cualquier campaña. Si bien son muchos los candidatos que invirtieron en avisos publicitarios antes del plazo fijado por la ley -entre ellos Alfonso Prat-Gay y Martín Sabbatella-, De Narváez es el único que recurrió a los medios audiovisuales. Sus propagandas, en las que evita pedir el voto en forma expresa y así elude la prohibición, aparecen varias veces por día, en canales de aire y de cable, desde hace casi un mes.

Sólo durante el partido de fútbol entre la Argentina y Venezuela, en el que pudo vérselo con su esposa después de cada gol del seleccionado, gastó más de $ 550.000, entre la publicidad oficial y la otra, la “no tradicional”, según trascendió, cifra que desde TyC Sports no confirman ni desmienten. “Política de confidencialidad con el cliente”, dijeron ante la consulta de LA NACION.

Sumado a lo que invierte en los rubros publicitarios, el candidato vuelca en la campaña una estructura que es el sueño de cualquier político: en su búnker del barrio porteño de Las Cañitas, cuenta con un equipo de 120 asesores, un estudio donde graba los spots publicitarios, tres sitios de Internet y un 0800 que funciona las 24 horas.

El empresario, con una fortuna estimada en US$ 200 millones es, además, dueño de Clan Comunicación e Imagen, la empresa más fuerte en el segmento premium del mercado de publicidad en la vía pública con más de 400 carteles en todo el país. Tiene, también, su propio multimedio, que incluye los canales América y América 24, en sociedad con el grupo Uno, de Daniel Vila y José Luis Manzano. A las recorridas por toda la provincia llega en helicóptero o en un avión de su flota personal valuado en US$ 6 millones.

El propio De Narváez alimenta su imagen controvertida. “Esta campaña cuesta mucha, pero mucha plata, y es toda, pero toda mía”, dijo, semanas atrás. Pero se niega a detallar cuánto lleva gastado o cuánto desembolsará en total. “Voy a hacer público mi gasto de campaña según los plazos que fija la ley. Antes no estoy obligado a hacerlo”, respondió a LA NACION ante la consulta para esta nota. Planteó que si da una cifra, “puede ser malinterpretada por el oficialismo, que está buscando estos datos para volcarlos en ataques”.

Límites legales
La ley de financiamiento de partidos políticos fija un tope de gastos de unos $ 15 millones para las elecciones en la provincia, lo que equivale a $ 1,5 por elector. A su vez, establece que cada persona puede aportar hasta $ 306.264 a un partido político, igual al 2% del total. Las empresas pueden donar sólo la mitad de esa cifra.

Tres organizaciones no gubernamentales y un ex integrante de la Cámara Nacional Electoral coinciden en que ese tope alcanza a De Narváez, al margen de que sea candidato, y que llegado el momento deberá informar cuánto dinero puso de su bolsillo, incluso antes de que empezara formalmente la campaña. “Si a partir de ahora gasta millones, deberá ser sancionado por la Justicia. No puede una persona o una empresa poner dinero sin límites, porque la ley establece topes muy claros”, sostuvo Pablo Secchi, de Poder Ciudadano. Coincidió con él Eugenia Braguinsky, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). “La ley establece un límite de aportes para personas físicas o jurídicas. Habrá que ver si superó ese monto o si lo supera a lo largo de la campaña”, dijo.

Para Alejandro Paz, ex integrante de la Cámara Electoral, “atenta contra los principios democráticos que alguien que se postula tenga una ventaja desmedida sobre otros candidatos que quizá tienen iguales méritos pero no la misma fortuna”. Y Luis Villanueva, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), sostuvo que, por haber lanzado la campaña antes de tiempo, “lo de De Narváez está tan mal como lo de Kirchner”. Villanueva advirtió también sobre la falta de controles. “El plazo fijado para hacer campaña tiene también un propósito de contralor. Todo lo que se hace por fuera de la campaña escapa a los controles. Son actos absolutamente ilegales”, opinó.

Pero De Narváez retruca que no hace campaña, sólo “difusión” de su imagen, con lo cual excluye sus gastos de todo control. Su obsesión hoy es ésa, posicionar su imagen con recorridas, estructuras y, de ser necesario, más dinero en publicidad.

Por Hugo Alconada Mon y Gabriel Sued

La Nación