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Ciudad: por qué hay escuelas públicas que se caen a pedazos

Entre 2008 y 2013 solo se ejecutó el 65% del presupuesto de la Ciudad destinado a resolver los problemas edilicios de las escuelas. Hay desde ventanales que caen sobre pupitres, baños sin limpieza ni puertas, edificios sin agua, bibliotecas y gimnasios clausurados, áreas recreativas inundadas. La ganadora en el reparto presupuestario, dicen los expertos, es la educación privada.

Por Ana Soffietto

La puerta ventana que comunica el aula con el patio de juegos se desmoronó sobre los pupitres. No fue una desgracia por apenas dos horas: eran las seis de la mañana y faltaba un poco para que la escuela Carlos Della Penna del barrio Catalinas de La Boca se llenara de maestros y alumnos. El viento soplaba fuerte y ya no había nada que lo frenara. Una empresa tercerizada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires había quitado los parasoles que cumplían esa función. Nunca los reemplazaron. El incidente quedó como una anécdota, pero podría haber sido una tragedia y sigue siendo una amenaza. El problema no está resuelto ni se limita a un caso aislado. La infraestructura de la mayoría de las escuelas públicas de la Ciudad y su mantenimiento son una deuda pendiente. Entre 2008 y 2013 se aprobó destinar más de 2.338.000.000 de pesos para  infraestructura y mantenimiento, pero solo se ejecutó un 65% de esos fondos. Así lo dice un informe del Cuerpo de delegados comunales de asociaciones cooperadoras escolares de la Ciudad. “Es macabro el sistema. La escuela pública así se viene abajo. ¿Y qué hacen los papás cuando pasa esto?. Mandan a sus hijos a la escuela privada. No es sin querer”, dijo a Infojus Noticias Yuri Dambitsch, miembro de la cooperadora de la escuela Della Penna. -Presupuestos fantasmas La semana pasada, los hijos de Javier Ayala no tuvieron clases. “No hay agua”, le decían los maestros a él y al resto de los padres cada vez que llegaban a la escuela Lamadrid de La Boca. Hace dos años que tienen problemas de este tipo. Los padres dicen que las cañerías están destruidas y que nadie arregla las bombas de agua. “Todos los años pasa que por falta de agua nunca hay clases. Mi nena me cuenta que el año pasado no había puertas en los baños, tenían que taparse entre amigas, o a veces se iban al baño de los hombres. Sin agua tampoco se puede cocinar y los chicos no almuerzan”, dijo a Infojus Noticias Yessica Cabanillas, otra madre de la escuela. De acuerdo al informe, al año siguiente de la sanción de la ley de emergencia se duplicó el presupuesto de infraestructura para escuelas -de 149.200.000 en 2007 pasó a 307.200.000 pesos en 2008. Sin embargo, apenas se ejecutó el 59 por ciento. Sólo en aquellos años en los que el presupuesto fue menor se alcanzaron mayores niveles de ejecución. En 2009, por ejemplo, se ejecutó el 84% pero el monto disponible es apenas superior al del 2007. El año pasado se instalaron dos aulas containers en el patio de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía Esther Broquen de Spangenberg, más conocida como “Lengüitas”. Además de tener un cuestionado uso pedagógico, estos dos contenedores -“aulas modulares”-, tiraban descargas eléctricas en el lugar los chicos y chicas salían a jugar. Aunque se clausuraron, los padres del colegio siguen disputa judicial con el gobierno de la Ciudad. “Hay una crisis total de infraestructura y mantenimiento y está todo dado para que las cosas no se hagan”, dice a Infojus Noticias Ignacio Rodríguez, miembro del colectivo de padres “Lengüitas por la Escuela Pública”. Pero al problema de la subejecución se le suma otro más grave. “Por más que se ejecutara todo, esta asignación sigue siendo poca para cumplir con los compromisos en materia de infraestructura escolar”, dijo a Infojus Noticias María Emilia Mamberti, coordinadora de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). Según datos de la ONG, desde el 2011 el presupuesto total de Educación del Ministerio no hizo otra cosa que descender. La partida de infraestructura escolar no es la excepción. Cómo bajó la inversión directa en infraestructura escolar Mientras tanto, la única ganadora en la repartija es la educación privada. Según ACIJ, “a diferencia de lo que sucede en infraestructura escolar, se mantiene la elevada asignación presupuestaria a escuelas de gestión privada en el presupuesto del Ministerio de Educación [de la Ciudad de Buenos Aires], representando el 16% del total. En el año 2010, representaba el 16,3%, en el 2011, 14,4%, en el 2012, 15,6%, en el 2013, 16,7% y en el 2014, 16 por ciento. En cambio, la inversión directa en infraestructura escolar ha ido decreciendo y para el 2014 solo representó el 1,4 por ciento”. “No es casualidad que suba el subsidio de las escuelas privadas y baje el de las públicas. Con esta política las escuelas públicas se están viniendo abajo”, dice Dambitsch. De acuerdo a los datos de ACIJ, mientras la partida de infraestructura escolar disminuye, la de publicidad oficial presenta un presupuesto mayor en comparación con años anteriores. Basta mirar los números para 2014: 2.273.840  pesos  para publicidad y apenas 9.116.797 pesos para infraestructura escolar. Lo que el Estado no hace depende de las cooperadoras Pocos días antes de que empezaran las clases este año en el Lenguitas, todavía faltaban más de 250 bancos para los chicos. Se había hecho el pedido, pero nunca llegaron, así que fue la cooperadora la que hizo la compra con recursos propios. “En las comunidades donde las familias tienen plata, las cooperadoras pueden solventar lo que el Estado no hace, pero donde las cooperadoras son de bajos recursos, las escuelas se caen a pedazos. El Lengüitas también se cae abajo porque la cooperadora no da abasto”. Pero que las cooperadoras hagan malabares para paliar la falta de recursos genera un doble problema, o mejor dicho, un doble gasto de dinero. Según dice el informe, “en estos casos se está pagando dos veces por lo mismo: cuando la escuela compra el material y cuando la empresa cobra por el servicio. Se hace evidente una inadecuada administración de recursos”. La mitad de los reclamos no son atendidos por las empresas de mantenimiento Uno de los principales reclamos del cuerpo de delegados comunales es que la comunidad educativa no tiene acceso a los contratos con las empresas de mantenimiento. Según el informe, la mitad de los reclamos no son atendidos o resueltos. Hace ya un año que el gimnasio de la escuela Granaderos de San Martín, en Palermo, no se puede usar por falta de mantenimiento. Aunque hace más de cinco años que el piso comenzó a levantarse, desde el pasado hay tantos agujeros que la escuela decidió que ya no era seguro para los chicos. A cada pedido de las autoridades para arreglarlo, la empresa tercerizada para tareas de mantenimiento dice que no, que ellos obras de infraestructura ya no hacen, que las obras nuevas no están en el pliego. Pero nadie sabe a ciencia cierta a qué están obligados, porque el pliego nunca salió a la luz. En el Granaderos tampoco usan la biblioteca, que quedó destruida después de una lluvia. Y los padres reclamaron varias veces que los chicos no quieren usar los baños de lo sucios que suelen estar, porque el mantenimiento no alcanza. A fuerza de organización y jornadas solidarias, fueron los propios padres los que lograron recuperar la cancha de fútbol, antes “un lago más de Palermo cada vez que llovía” y que quedaba inutilizable. “Lo que se está tratando de reinstalar es la necesidad de participación ciudadana en el manejo presupuestario, donde las cooperadoras pueden ocupar ese rol porque están formados por padres. Al macrismo eso le molesta. No le gusta que la gente participe”, dice Ignacio Rodríguez, miembro del colectivo de padres “Lengüitas por la Escuela Pública”.

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