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Una nominación con tres años de demora

La candidata del jefe de Gobierno para cubrir el cargo vacante desde 2006 es una camarista con larga trayectoria. La conoció en el gimnasio al que va en Palermo Chico y la define como una persona “simpática”. Con su postulación cortó una disputa en el PRO.

 Por Werner Pertot

Tres años después de que quedara vacante una banca en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Mauricio Macri se sobrepuso de la derrota que sufrió cuando candidateó a Daniela Bruna Ugolini y volvió a proponer a una persona para cubrir la vacante. Se trata de la camarista Inés Weinberg de Roca, cuya candidatura oficializó ayer el subsecretario de Justicia porteño, Javier Buján. Con su candidatura, el jefe de Gobierno cortó de raíz una disputa entre distintos sectores del macrismo para imponer un candidato. En cambio, eligió a una jueza con trayectoria a la que –según cuentan cerca de Macri– conoció porque ambos frecuentan el gimnasio de Ocampo y Avenida del Libertador.

Según explicaron en el PRO, fue una decisión para balancear distintas líneas internas. Por un lado, el presidente de Boca, Daniel “Tano” Angelici, insistía con llevar al TSJ al camarista Esteban Centanaro, quien probablemente hubiera sido tan resistido como Ugolini. Por otro, José Torello y otros amigos de Macri de la época del Cardenal Newman habían impulsado a Martín Böhmer. El jefe de Gobierno había tenido un encuentro con el jurista y hasta había dejado trascender su candidatura. Sin embargo, la interna del macrismo congeló esa postulación y Böhmer terminó con la difícil tarea de darle clases privadas a Miguel Del Sel.

En su lugar, Macri eligió a una persona a la que –según les dijo a sus íntimos– consideraba “simpática”. “La decisión de ponerla a Weinberg es un palo al Tano por el pobre desempeño en el área de Justicia. También lo está respaldando al fiscal general Germán Garavano en su interna contra Juan Manuel Olmos”, interpretaron en el Consejo de la Magistratura.

¿Quién es la elegida? Weinberg es camarista del fuero Contencioso Administrativo porteño, habla cuatro idiomas y entre 2003 y 2008 formó parte del Tribunal Criminal Internacional en Ruanda y en la ex Yugoslavia. Trabajó en Tanzania y reconoció el genocidio que ocurrió allí. A la magistrada se la puede ver en el documental Los cien días que no conmovieron al mundo, que refleja ese proceso. Está casada con Eduardo Roca, ex embajador argentino ante la OEA en 1966, ante Estados Unidos en 1968 y ante la ONU en 1982. Es socio vitalicio del Jockey Club, del Club de Armas y del Tenis Club, además de haber sido presidente del Rottary Club. “A las mujeres nos sacan a relucir la edad, el marido, todo… a los hombres, no”, se defendió Weinberg de las eventuales críticas.

Ninguno de los consiglieri de Macri en temas judiciales se mostró muy contento con la idea de proponer a Weinberg como candidata al TSJ. Angelici le hizo notar a Macri que está a un año de su jubilación. “Pero dale una jubilación de oro y dejate de joder”, le soltó el Tano, que esta vez perdió la partida.

El TSJ está incompleto desde octubre de 2009, cuando se marchó el juez Julio Maier. Macri se empecinó en reemplazarlo con Ugolini, una fiscal de Cámara que tiene una mayoría de dictámenes a favor del gobierno porteño. Sus posturas en contra de los derechos sociales, de vivienda, trabajo, reproductivos generaron un inmediato rechazo. Tres jueces encontraron irregularidades en el proceso de designación, que Macri intentó acelerar para que el cambio de la composición de la Legislatura tras la elección de 2009 no afectara las chances de su candidata. Tres fallos judiciales interrumpieron el procedimiento y todo terminó –con una suerte de per saltum– en el TSJ, que determinó que existía un “conflicto de poderes”.

Sin embargo, Ugolini nunca consiguió los dos tercios que requería en la Legislatura para ser nombrada y debió renunciar. Durante años, Macri no propuso a otro candidato, pese a los reclamos de una serie de ONG, entre las que están ACIJ y el CELS. También cuestionaron que la gestión PRO derogara un proceso de consulta pública que se debía hacer antes de la llegada del pliego a la Legislatura, una herramienta que luego debieron reinstaurar parcialmente. A raíz de este sistema, a partir de hoy quienes quieran presentar adhesiones o impugnaciones sobre la “idoneidad moral y jurídica e independencia” de Weinberg tendrán diez días para hacerlo.

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