ACIJ / Prensa

Una línea divisoria en la calidad educativa

Por Raquel San Martín

En términos educativos, la ciudad de Buenos Aires parecería escapar de los males que afectan a muchas de las otras jurisdicciones del país: tiene presupuesto alto, un territorio poco extendido, población acotada, centros de formación docente de calidad y resultados de aprendizaje mejores que el promedio. Sin embargo, las sucesivas administraciones no han evitado que al menos dos fronteras se profundicen en la ciudad: la que separa el norte del sur, y la que divide a escuelas públicas y privadas.

La falta de vacantes en el nivel inicial, la necesidad de aumentar la cantidad de escuelas con jornada completa, de abrir escuelas secundarias y de atender al abandono creciente entre los alumnos de los profesorados porteños son otras urgencias que los expertos enumeran.

En cuanto a la frontera norte-sur, como en otros aspectos de la ciudad, el mapa porteño muestra que las posibilidades de acceso a la escuela y a la jornada completa son menores en el sur pobre, donde los índices de sobreedad (chicos de 8 años en primer grado, por ejemplo), la cantidad de alumnos por curso y las deficiencias de infraestructura escolar son más elevados. Son, además, zonas donde los problemas familiares, de salud y vivienda afectan también la experiencia escolar de los chicos y el trabajo de los docentes, que por otra parte no tienen incentivos especiales para desempeñarse allí. Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), en marzo de este año había 5629 chicos sin vacantes en el nivel inicial, 3911 de ellos en distritos del sur y 2178 en el norte. Del mismo modo, mientras dos de cada diez chicos accede a escuelas públicas con jornada completa en Villa Lugano, más de 7 de cada 10 tiene este beneficio en Chacarita y Paternal, y 6 de cada 10 en Palermo. En el nivel medio, en tanto, según ACIJ, 3017 chicos se quedaron sin vacantes en escuelas públicas este año, la sobreedad alcanza picos de casi el 70% en Lugano y Liniers, mientras el porcentaje de repitencia, en 2009, fue de 15,74%, con promedios de 16,22% en el sur y 14,60% en el norte.

En la segunda línea divisoria, entre escuelas estatales y privadas, aunque los alumnos se reparten casi en partes iguales -386.361 en escuelas públicas y 359.595 en privadas-, los indicadores se distribuyen desigualmente. Así, mientras la sobreedad en el nivel primario es del 17,6% en el sector estatal, se reduce al 3,6% en el privado; si repite al 15,2% de los secundarios de gestión estatal, lo hace el 4,4% de los privados; el abandono es del 7,3% en el nivel medio estatal, pero baja al 1,1% en el privado.

No puede decirse que los problemas se deban a falta de recursos: el presupuesto destinado a educación es este año de casi seis mil quinientos millones de pesos, lo que representa el 25,39% de los recursos totales, con la ciudad en el cuarto lugar entre las provincias por su inversión por alumno. Mientras tanto, $ 560.715.006 se destinaron a infraestructura escolar. Sin embargo, y mientras el Ministerio de Educación de la ciudad afirma que hay actualmente 421 obras en marcha en 284 escuelas, fue necesario el estallido público del tema -con la toma de escuelas protagonizada por estudiantes secundarios durante el año pasado- para que las obras, detenidas por una combinación de atrasos burocráticos, ineficiencia y olvido, se aceleraran.

Quizás un dato logre sintetizar el estado de la educación porteña: entre 2006 y 2009, la cantidad de alumnos en escuelas públicas disminuyó en un 3,52%, pero el número de los que asisten a escuelas privadas creció en un 7,03%.

 

PROPUESTAS PARA EL CAMBIO

 
Educación
  •  Plan de construcción de escuelas con prioridad en la zona sur. Actualización del plan de obras y refacciones. (Solanas)
  •  Creación de consejos distritales de apoyo a la educación obligatoria, que articulen las áreas de educación, salud, desarrollo social y justicia. (Filmus)
  •  Continuar el programa de educación digital: una netbook por alumno. (Macri)
  •  Proveer a los directores de escuela de apoyos técnico-pedagógicos y de recursos materiales para respaldar el aprendizaje de los alumnos. (Estenssoro)
  •  Supresión de subsidios estatales a escuelas privadas, que se usarán para mejorar la escuela pública. (Luis Zamora)