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Un caso absurdo que muestra todo lo que puede demorar un proceso

Por Paz Rodríguez Niell

Ocho años le llevó a la Justicia dictar una sentencia en esta causa, donde el hecho a investigar era la falsificación de los papeles de un auto.

Una firma apócrifa, un número de motor adulterado, un domicilio en una cuadra que no existe y que Amado Boudou acreditó con la fotocopia de una página falsa (inventada) de su documento de identidad.

Los jueces suelen especular con los tiempos cuando se trata de causas sensibles para el poder y hay casos especialmente difíciles de investigar , pero existen otros motivos que explican las demoras. Que la instrucción sea escrita, es uno. Otro es el sistema previsto para revisar las decisiones de los jueces.

El informe que da cuenta de los más de 7 años que demora en promedio la instrucción lo elaboraron en 2012 la Oficina de Coordinación y Seguimiento de Delitos contra la Administración Pública de la Procuración, la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (Cipce), analizando 21 casos de corrupción relevantes de las últimas décadas.

Son pocos los estudios sobre duración de las causas. Uno de los últimos lo elaboró este año la Universidad de Tres de Febrero. Según ese informe, la sentencia de ayer es una excepción porque muy pocas veces las causas llegan a juicio. En la ciudad de Buenos Aires, sólo el 4% y cuando finalmente llegan, la mayoría se cierra con un acuerdo antes del juicio propiamente dicho. Un acuerdo que se demora hasta último momento, después de años de proceso.

La prescripción funciona como un límite al Estado, que tiene un determinado tiempo para perseguir los delitos, salvo en los casos de lesa humanidad. Hoy se discute la posibilidad de declarar imprescriptibles también los hechos de corrupción. Es, de mínima, una admisión de que los procesos son eternos.