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Para que la elección no sea un caos (Clarín)

Durante las presidenciales de 2007 había más de 27 millones de electores registrados, distribuidos en algo más de 73 mil mesas. Considerando que vota aproximadamente el 75 % del padrón, ello implicaba una distribución estadística de 28 votantes por hora. Las elecciones de 2007 fueron un caos: autoridades de mesa ausentes, demoras en el inicio de los comicios, demoras en la realización del voto, etc.

El padrón provisorio para las inminentes elecciones registra 27.633.784 electores y el sistema de designación de autoridades ha sido el mismo de siempre, y sólo tímidamente la Justicia Electoral dio a conocer la posibilidad de que la ciudadanía se ofreciera voluntariamente para ejercer como autoridades de mesa. Dicha timidez se justificó en la pesimista hipótesis de que una difusión extensa implicaría un aumento en la deserción de los obligados legalmente.

Las enormes dificultades que nuestra comunidad política tiene para organizar con una mínima razonabilidad las elecciones suelen vincularse a la falta de participación o responsabilidad ciudadana. Pero tales explicaciones fallan en advertir en qué medida las propias dinámicas del diseño institucional constituyen una causa del problema.

El sistema de designación coactiva de presidentes de mesa presupone y refuerza la apatía y la falta de responsabilidad cívica. Presupone que nuestra democracia no cuenta con hombres y mujeres mayores de 18 años dispuestos a donar un día de su vida para organizar el acto más simple y simbólico de nuestro autogobierno.

Nunca se nos ha pedido amablemente esa contribución patriótica, voluntaria y desinteresada; se nos trata como indolentes, apáticos e irresponsables, y en vez de alentarnos se nos advierte. Se obliga a miles que tal vez no quieren, no saben o no pueden, y se ignora a millones que estarían dispuestos con toda alegría.

Por Gustavo Maurino
Codirector Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia

Clarín