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Los hijos de la contaminación (La Nación)

Así como el agujero de ozono y el calentamiento global son claros efectos del mal manejo del hombre sobre el medio ambiente, también en el ámbito de la salud se tienen cada vez más pruebas de sus consecuencias. El porcentaje de muertes atribuibles al ambiente en el que el ser humano vive, aumenta de manera alarmante, sobre todo entre la población más vulnerable: la infantil, en pleno proceso de crecimiento y, por ende, más permeable a cualquier tipo de daño que provenga del ámbito que la rodea.


La Organización Mundial de la Salud estima que un ambiente dañino es responsable de las muertes del 24% de los niños de 0 a 14 años de todo el mundo. Y eleva la cifra al 36% entre los de 0 a 5. El organismo también ha diseñado una nómina con las enfermedades que tienen mayor carga atribuible a factores ambientales, como la diarrea, las infecciones respiratorias inferiores y la malaria, entre otras. Por supuesto que cualquier medición varía si se la toma en un país desarrollado o en uno subdesarrollado: el segundo se eleva considerablemente con respecto al primero. Nuestro país no es ajeno a este panorama. Los efectos del medio ambiente sobre la salud han sido materia de investigación y de estudio, sobre todo, en la última década. Y los frutos de este trabajo multisectorial parecen pedir a gritos acciones urgentes. Es que el avance del cambio climático, sumado a la negligencia -ya sea privada o estatal- hoy nos pintan una realidad en la que miles y miles de personas ven a diario vulnerado su derecho a la vida. Hace pocos meses, la Defensoría del Pueblo de la Nación presentó un informe de avance de lo que será su Atlas del Riesgo Ambiental de la Niñez de Argentina, que mide la vulnerabilidad social de la niñez en este tema.


El trabajo concluye que, de un total de poco más de 12 millones de menores de 18 años cerca del cincuenta por ciento (casi 5.800.000) vive en zonas con alto o muy alto índice de vulnerabilidad. "La iniciativa surgió por inquietud del Area de Medio Ambiente, que luego de cuatro años de su creación como área especializada, observó la inexistencia de políticas para atender los efectos de la contaminación ambiental en nuestros niños y niñas, para lo cual recibió aportes de expertos de Unicef con la misma inquietud", explica Cristina Maiztegui, titular de esa área de la Defensoría, quien considera que su experiencia frente a problemas de contaminación estructurales como los de las cuencas de los ríos Matanza y Reconquista sirven como botón de muestra de la desprotección que padece la niñez en este tipo de temas. En el informe se desglosan los efectos sobre la niñez de la contaminación industrial, el uso de plaguicidas, la falta de agua o de saneamiento básico. "Todos nuestros niños, niñas y adolescentes están en riesgo por algún factor ambiental: unos 7 millones por falta de agua o cloacas, unos 5 millones por convivir con industrias sin control y no menos de 2 millones por convivir con agroquímicos que son fuertes productos tóxicos, sin las medidas de prevención que son archiconocidas", reflexiona al respecto el adjunto primero de la Defensoría del Pueblo de la Nación, Anselmo Sella. La versión final de Atlas estará finalizada antes de fin de año. Hasta el momento, ningún organismo oficial se acercó luego de la presentación. El mapa de la contaminación La directora de la subcomisión de Salud Infantil y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría, María Inés Lutz, revela que las evidencias sobre los efectos en la salud infantil del mal manejo del medio ambiente son tan variadas como contundentes. "Nuestro país tiene muchos problemas en este sentido, que varían de acuerdo con la zona.


En la Mesopotamia se padecen mucho los efectos colaterales del uso de agroquímicos; en Córdoba hay muchos casos de intoxicación con plomo; en provincias del Noroeste, como Salta y Jujuy, también son un problema los agroquímicos utilizados para el cultivo de tabaco, mientras que en el Gran Buenos Aires los basurales a cielo abierto son una fuente de contaminación de napas que, para empeorar, se combinan con la falta de cloacas y de agua potable." El análisis de la doctora Lutz en lo que se refiere al Gran Buenos Aires es una descripción exacta de los problemas que padece el Barrio Nicole, ubicado en la localidad de Virrey del Pino, en La Matanza. Lejos de cualquier asociación glamorosa que pueda generar el nombre, "Nicole" remite a los inicios del barrio, cuando no tenía "ni colegio, ni colectivos".


El barrio nació hace doce años a partir de un plan de construcción de viviendas del gobierno bonaerense que nunca se concluyó. Hoy circula una línea de colectivos, aunque el medio de transporte más utilizado es una flota de remises destartalados que, por un peso el viaje, recorren las calles de Nicole. También hay una escuela de fachada imponente que, según relatan los vecinos, es sólo eso. Remite de los tiempos en los que la prisa del gobierno bonaerense por inaugurar instituciones educativas no dejaba espacio para abordar en profundidad otros detalles "menores" como interiores acogedores o baños decentes.


En Nicole coexisten vecinos que adquirieron su casa en forma legal con otros que se fueron asentando con el correr de los años en los terrenos inundables porque lindan con el arroyo Morales, un curso de agua tan contaminado que es completamente verde. El aspecto del barrio se va empobreciendo cada vez más, hasta límites que duelen, a medida que se lo camina en dirección al arroyo. En sus calles de tierra pueden verse tanto niños que juegan descalzos en una mañana fría, como perros con avanzados casos de sarna y desechos de todo tipo. Del otro lado, inmensas montañas de basura revelan que allí opera el relleno sanitario de González Catán del Ceamse. Durante el recorrido de Comunidad por el Barrio Nicole, el tránsito de camiones que vuelcan sus residuos allí es incesante. "La gente de este lugar no tiene luz, ni agua potable, ni cloacas. Reciben agua de pozo, que distribuye un gran tanque ubicado cerca de donde el barrio comienza. Un juez determinó que el agua de este lugar no es apta ni para lavarse los dientes, porque contiene metales pesados como arsénico, plomo y cromo", explica, Juan Manuel D?Atolli, de Un Techo para Mi País, organización que ya construyó 96 casas en el lugar. Las construcciones, de madera y techo de chapa, son apenas un monoambiente sin baño ni cocina, diseñadas a modo de denuncia. "Cada casa construida por nosotros está recordándonos que allí vivía una familia en peores condiciones todavía", se lamenta D?Atolli. Nicolás y Gisella son una pareja que hoy vive en una esas construcciones. Son padres de Milagros, de un año y medio, y de Priscila, de 7 meses, dos niñas que ha padecido erupciones y problemas respiratorios que, según los médicos que las atendieron, responden a la misma causa: la cercanía del relleno sanitario. "Hay días en los que ni comer podés por el asco que te da el olor que viene del relleno. Y, aunque queremos, no podemos reubicarnos más lejos del relleno", dice con resignación Gisella, mientras Nicolás muestra de dónde obtienen el agua para beber: de una manguera que vuelca el líquido sobre la calle de tierra, pegadita a la zanja. "Hace unos días nos salió con sanguijuelas", denuncia el hombre. Entre la resignación y la incertidumbre se la escucha a Natalia, otra habitante del barrio, también beneficiaria de las viviendas de Un Techo para mi País.


La mujer ha recorrido tantos pasillos de hospitales obligada por los vaivenes de la salud de su hijo Aaron que, cuando los relata, cuesta creer que el chiquito recién haya cumplido un año. "Ahora le están haciendo estudios, porque tiene bajo el sodio y el potasio y además está con un cuadro de diarrea que no termina de superar", dice preocupada. Natalia habita Nicole desde hace seis años y asegura que los problemas bronquiales y de erupciones en la piel de sus hijos más grandes comenzaron después de la mudanza. "Los médicos le echan la culpa al relleno. Pero no me dan una solución", se lamenta. Consultados los responsables del Ceamse, aseguran que el sistema de relleno sanitario que utiliza el operador en todos sus complejos preserva los recursos naturales cuidando, a la vez el medio ambiente y la salud de la población que lo rodea. Y, particularmente, sobre el caso de Nicole, expresaron en un comunicado: "Independientemente de cuestiones técnicas, entendemos que las tierras donde está ubicado el Barrio Nicole no cuentan con las condiciones mínimas e indispensables para vivir, una multiplicidad de factores atentan contra la salud de los vecinos entre los que se pueden mencionar los basurales a cielo abierto, la falta de cloacas, agua corriente y la contaminación del Arroyo Morales, entre otras cosas. Pero siempre es más fácil culpar a Ceamse como generador de todos los males". Crecimiento sin control Según reconocen diferentes especialistas, uno de los efectos colaterales de la expansión anárquica de la provincia de Buenos Aires ha sido la falta de una adecuada infraestructura sanitaria en numerosos barrios que ha comprometido de manera muy seria la contaminación de las napas subterráneas. Claro que, al momento de mencionar las causas de esa contaminación, a la descomposición de los líquidos cloacales hay que sumarle los vertidos químicos y la acción de pesticidas y fertilizantes. En la Argentina, la media nacional de cobertura de servicios cloacales por red es del 42,5% y varía entre el 96,6% de la ciudad de Buenos Aires al 11,3% en la provincia de Misiones, de acuerdo con el Perfil de Salud Ambiental, un exhaustivo relevamiento nacional realizado por la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente, junto con otras prestigiosas organizaciones locales e internacionales. El estudio analiza los diferentes tipos de problemas del medio ambiente, así como su impacto en la salud, y en lo referente a las redes cloacales establece un vínculo entre la cobertura de este servicio y la cantidad de casos de diarrea en menores de 5 años. Así, por ejemplo, revela que la región patagónica cuenta con un 75% de cobertura y una de las menores tasas de diarrea en menores de 5 años, en tanto que en las regiones de Cuyo y el noroeste argentino poseen menor cobertura y la mayor cantidad de casos entre las diferentes regiones del país. El problema se agrava mucho más cuando se le añade la falta de acceso al agua potable. En marzo último Comunidad reveló el caso del Barrio San Ignacio, ubicado en el partido de Esteban Echeverría, en el que los vecinos poseen desde hace más de 15 años problemas con el suministro de agua. No cuentan con agua potable y el agua de pozo que sale de sus canillas no es siquiera transparente.


Asesorados por la Asociación Civil por la Igualdad y las Justicia, los vecinos realizaron todos los reclamos pertinentes. Pero, ante la falta de respuesta estatal, la organización encomendó a los laboratorios de la Anmat y de la Universidad de General Sarmiento que analizaran la calidad del suministro que a diario consumen los vecinos de San Ignacio. Los resultados fueron contundentes: todas las muestras resultaron ser no aptas para consumo, con valores altísimos en nitratos, cromo, arsénico, nitritos y bacterias como la Escherichia coli. "Los laboratorios que intervinieron se horrorizaron por los resultados de las muestras. No podían creer que los vecinos de San Ignacio consumieran esa agua. Por eso, estamos por iniciar una acción judicial en reclamo para la inmediata provisión de agua segura para los vecinos", anuncia Paula Vargas coordinadora de Servicios Públicos de la ONG. "Las zonas del conurbano que carecen de agua y cloacas tienen un alto grado de población enferma y la realidad es que los habitantes que carecen de agua potable y cloacas, y los niños en particular a quienes deben priorizar las políticas públicas según la ley 26.061, ven violado diariamente su derecho a la vida, a la salud y el derecho humano al agua -reflexiona Vargas-. Y, como agravante, se trata de una población económicamente con desventajas que no puede acceder a medios alternativos de provisión segura."


En números:


Entre 1998 y 2005, la tasa de diarrea aguda en nuestro país aumentó un 17,3%. Alrededor de mil niños menores de 5 años mueren todos los años a causa de una enfermedad respiratoria. De acuerdo con estudios de la Sociedad Argentina de Pediatría, el 100% de la carga de infecciones intestinales parasitarias son atribuibles al ambiente y son consecuencia de la falta de infraestructura sanitaria y malas prácticas de higiene. Según cifras de 2003, el 78% de la población contaba con agua potable y el 43% con cloacas, en tanto que la mayoría de los grandes aglomerados poblacionales vuelcan sus residuos cloacales sin tratar a diversos cursos de agua. Se estima que la quema no controlada de residuos sólidos urbanos en el entorno hogareño y en basurales a cielo abierto fue en 2003 de casi 1.200.000 toneladas. Fuente: Perfil de la Salud Ambiental de la Niñez en la Argentina e informe de avance del Atlas del Riesgo Ambiental de la Niñez de la Argentina


Contactos:


ACIJ: www.acij.org.ar/


Defensoría del Pueblo de la Nación: www.defensor.gov.ar


Sociedad Argentina de Pediatría: www.sap.org.ar


Un Techo para mi País: www.untechoparamipais.org.ar


Asociación Argentina de Médicos para el Medio Ambiente: www.aamma.org


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